Alonso Sánchez Baute: “Al diablo la maldita
primavera” fue mi ópera  prima

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Por Mijail Peralta
De la mano del sello Alfaguara, Alonso Sánchez Baute vino a República Dominicana a presentar a los lectores criollos su novela “Al diablo la maldita primavera”, un libro que  trata la historia de un joven barranquillero que en Bogotá decide convertirse en lo que siempre soñó: la “drag queen” más famosa de Colombia.

Con “Al diablo…”, el escritor ganó el Premio Nacional de Novela Ciudad de Bogotá 2002, uno de los más distinguidos galardones que se entregan en el mundo cultural de su país.

El autor de esta obra, que según sus palabras “es la crónica nocturna de la soledad y del rechazo”, participó además en un coloquio en la Feria del Libro de Santo Domingo donde  se debatió sobre la novela urbana colombiana.

En un encuentro con HOY, Sánchez Baute admitió que este libro es producto de un obsesivo proceso de redacción y de una pausada etapa de carpintería, donde dio los retoques que consiguieron esa fidelidad que guarda el mundo nocturno de Bogotá, un mundo desconocido, pero sin dudas latente y existente. 

¿Qué hace un autor cuando le cae arriba el estigma del “escritor revelación de la época”?

Es fatal. Es una presión muy fuerte que de la noche a la mañana veas tu foto, tu nombre o tu referencia en todas partes. Y sí, es una presión, también porque todo el mundo quiere ver si es que eres un escritor de una sola novela o tienes material para otras cosas, para otros grandes logros. “Al diablo la maldita primavera” fue mi ópera prima, por ello, y partiendo de la buena acogida que tuvo, este fue un gran comienzo. Pero entonces es cuando la gente te pregunta cuándo saldrá la otra novela, y esas preguntas te coartan, no le hacen muy bien a tu proceso creativo. La verdad es que también resulta que en este oficio hay muchas intrigas y envidias y manejos de egos. Y hay que saber cómo salirse y cómo no dejar que le encasillen a uno. Yo estoy claro que lo que me ha pasado con “Al diablo…” no es coincidencia, sino todo lo contrario.

En términos del proceso creativo que agotaste para gestar esta novela, ¿de dónde nace la novela “Al diablo…”?

Esta novela venía trabajándose, desde poquito antes de comenzar a escribir, en la cabeza, en un plano subconsciente. Cuando he dicho que me tomó tres meses hacerla, me refiero a que el proceso de redacción se hizo de una vez, como una catarsis. Fue una etapa obsesiva, en la que me levantaba a las tres de la mañana a cambiar una palabra o un signo, y en la que estaba yo solamente atento a esta historia. Pero luego me tomé mi tiempo para hacer una carpintería de la novela, en el que fui muy celoso de cuidar aspectos que otros escritores no benefician. Mi mayor interés era el ritmo, ver qué cosas pegaba allí y qué no. Quien lee la novela se topará con una serie de faltas de sintaxis, por ejemplo, que las puse yo adrede, para acercarme más al realismo que buscaba.

Ahora que hablas de realismo, ¿qué tan realista es el mundo que describes en tu novela?

Es ciento por ciento realista. Lo único ficticio son los personajes. Y esto entre comillas, porque hay miles de Edwin Rodríguez Buelvas, el protagonista, en las calles de Bogotá o de cualquier ciudad latinoamericana. Yo siempre he pensado que el del escritor es un trabajo de la memoria. Uno anda viendo cosas y grabándolas en mi cabeza y en cierto momento las plasma sobre la hoja. Hay personas en Colombia que me han dado las gracias por contar su historia o, al contrario, que me han insultado por lo mismo, pero resulta que no conocía yo a ninguno de ellos. Es que hay un punto que sobrevuela la historia y que está allí como un plano general, que es ese dolor que sienten estos personajes, esta soledad (que es el verdadero tema de la novela), ese rechazo que sienten los personajes que es tan real como cualquier otra cosa.

 Como hay partes de ti en la novela, ¿no crees que es complicado para un autor desnudarse ante sus lectores? 

De mí no hay mucho, y es una pena. Nunca fui capaz de vivir como Edwin. Me hubiera gustado esta determinación de “me van a respetar así me odien”, pero no. Entonces, hay de mí como pudiera haber de la vida de algunos otros autores en sus personajes. Pero yo siento que no me he desnudado por completo. No he logrado sacar todo ese dolor que podemos sentir, y ese dolor tiene que salir, no como una catarsis sino como un proceso de construcción. Parte del problema de los gays en la adolescencia es que uno se cree alguien único en el mundo, que solo uno tiene este “problema”, y eso complica las cosas y crea una auto represión que no hace ningún bien.

¿Crees que la homofobia es el peor tipo de discriminación?

Para mí es la peor, porque es la que yo viví. Es la que me tocó y la que padecí. Pero la verdad es que lo de la homosexualidad en esta novela es una de las lecturas que cada uno hace de un trabajo. Y para eso es el arte, es para que cada uno lo entienda a su manera. Lo importante es ver esto en términos generales. Todo esto que se presenta en la novela son excusas para contar una historia, que trata más bien de la soledad que puede vivir una persona a la que se le reprime por equis razón. Claro que Edwin es homosexual, y la suya fue una represión por preferencia sexual.

¿Latinoamérica ha asumido el tema de la homosexualidad?

Los temas hay que socializarlos para que la gente los entienda. No se ha entendido que somos muchos sobre la tierra. Hay una anécdota tonta que dice que si hay tantos tipos de árboles en el mundo cuyas ramas se entrecruzan, ¿por qué los seres humanos no llegan si quiera a tolerarse? Para mí, este tema de la homosexualidad es un asunto económico. Como cuando las familias se alertaban si la hija tenía sexo antes del matrimonio, y lo veían como un impedimento para que ella consiguiera un marido que le diera una buena vida, así mismo pasa con el tema homosexual. En Colombia se está hablando de arreglos legales para que las parejas gay puedan heredarse, ante la ausencia del matrimonio, lo que es otra prueba  de lo digo.

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