El transporte aéreo dominicano, propulsor de un importante movimiento económico con un tráfico anual sobre los diez millones de pasajeros, podría convertirse en herramienta estratégica para el desarrollo, más aún en un país que tiene el turismo como sector prioritario. Sobre todo, en tiempos de globalización e internalización de la economía, que dinamizan la navegación aérea.
No obstante, la mayor conectividad derivada de la apertura de cielos se traba con una voracidad fiscal que resta competitividad a la aeronáutica y, consecuentemente, al turismo.
Las recientes alzas en los pasajes aéreos acentúan las trabas a la posibilidad de viajar al coincidir con el aumento de 16 a 18% del Impuesto a la Transferencia de Bienes Industrializados y Servicios (Itebis) desde enero pasado. Se aplica a boletos permanentemente inflados con una fuerte carga impositiva local y foránea que quiebra las alas a los dominicanos para hacer turismo externo, a los emigrantes criollos para visitar a su familia, y al país para alcanzar la meta de diez millones de turistas en un decenio.
Entre el 40 y 50% del precio final del transporte aéreo lo componen gravámenes establecidos por los gobiernos de República Dominicana y Estados Unidos y de otros países, que cobran aquí en el boleto.
El sector de la aviación ha aportado al Estado valores sobre RD$16 mil millones anuales por impuestos y tasas que en alta proporción pagan los usuarios de manera directa o transferidos, además de los cargos extra tarifa de las aerolíneas, que cada vez más imponen restricciones en el equipaje.
Una amplia gama de gravámenes, aplicados en 2012 a 10,157,070 viajeros, elevan el precio de los pasajes emitidos en el país por encima de los que rigen en Latinoamérica, mientras en algunas rutas el millaje se sitúa entre los más altos del mundo.
La desventaja es mayor frente a países libres del Itebis o IVA, o donde la proporción es menor.
Puerto Rico, Panamá y Aruba tienen O% de Itebis o IVA; Argentina y Costa Rica, 5%, y Venezuela, 7%, entre otros.
Los dominicanos buscan opciones en el exterior, se incrementa la compra de pasajes por internet. Resultan más económicos pero su costo aumenta al aplicársele los impuestos.
Práctica desleal. El precio final del boleto sube, además, con el importe por combustible que líneas aéreas colocan adicionalmente en el renglón de las tasas, en unos casos 160 y hasta 425 dólares en pasajes de ida y vuelta.
Esta práctica, más generalizada entre las empresas aéreas europeas, es improcedente por ser el avtur un insumo cuyo valor debe estar entre sus costos operacionales.
Además de un inconveniente en materia impositiva, constituye una competencia desleal para aquellas aerolíneas que incluyen este sobrecargo por combustible en su estructura de costos y no en las tasas.
Ese sobrecargo -explican técnicos- lo aplican para compensar la volatilidad en los precios de los hidrocarburos, disparados en 1990-1991 y en 2007-2008.
Decidieron transparentar ese costo adicional y lo colocaron en la casilla de tasas, identificado con el código YQ, con el que los usuarios resultan altamente perjudicados.
Por ejemplo, una aerolínea anunció una tarifa a Madrid por RD$41,748, pero le adicionó un YQ por RD$17,854 que elevó el monto de impuestos y tasas a RD$33,000, y el costo total del boleto a RD$74,748.
Impuestos locales. Los turistas pagan impuestos al fisco dominicano desde que suben al avión hasta volver a montarse para el regreso, una penalización excesiva de la que tampoco está exento el dominicano.
A dominicanos y extranjeros les cobran US$20 de salida del país, y en adición éstos últimos pagan US$10 de entrada por la tarjeta de turismo. Europeos se quejan de tener que erogar 20 o 10 euros cuando no disponen de dólares.
Para algunos países el cargo se hace por visa de turismo, un monto indexado trimestralmente según el Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Al planteársele inconvenientes al cobrar los US$10 por la larga fila en aeropuertos, sobre todo Punta Cana, la Dirección de Impuesto Internos pretendió unificarlos, con un importe de US$30 a la salida.
Propuso un anteproyecto de ley a través de la Consultoría Jurídica del Poder Ejecutivo que se estimó improcedente, pues incrementaba el impuesto de salida a los dominicanos a US$30 en vez de US$20.
Los precios con los demás cargos. Un ticket Santo Domingo-Nueva York del 10 al 20 de junio, anunciado por RD$18,000, incluía gravámenes por RD$9,073, poco más de la mitad de esa tarifa: RD$3,240 de Itebis y RD$5,833 por avtur y otras tasas, ascendiendo el total a pagar a RD$27,073.
La tarifa abarca el impuesto al avtur comprado aquí al recargar el avión para el regreso. Un gravamen fijado por el gobierno dominicano, el que, como otros países, lo grava pese a la prohibición de la Organización Internacional de Aviación Civil.
Los viajeros están gravados, además, con tasas aeronáuticas y aeroportuarias. Las primeras, US$15 por pasajero para sostén de instituciones encargadas del tráfico aéreo y promoción turística.
Esos fondos los recibe el Instituto de Aviación Civil (IDAC), que los distribuye así: Ministerio de Turismo, US$3.00; Comité Ejecutor de la Infraestructura de Zonas Turísticas, US$4.00; IDAC, US$5.00; Cuerpo Especializado de Aviación Civil, US$1.50; Fuerza Aérea, US$1.00, y la JAC, US$0.50.
Asimismo, cobran US$15.00 al entrar y salir por los aeropuertos nacionales, seis, regenteados en su mayoría por Aeropuertos Dominicanos Siglo XXI (Aerodom), empresa concesionaria para operarlos durante 30 años. Otro cargo, US$1.30 de entrada y salida por terminales aéreas internacionales, se destina al Departamento Aeroportuario.
Tasas externas. Varios gravámenes emanan de legislaciones de los Estados Unidos y otros países.
Luego del 11 de septiembre de 2001, EEUU estableció una tasa de seguridad, US$2.50 colectados aquí en el boleto, entre otras tasas aeroportuarias de ese país por US$35 o US$39. De igual modo se procede con las de otros países.
La dificultad confrontada por aerolíneas al cobrar impuestos y tasas de EEUU en sus mostradores en ese país, condujo a insertarlos en el boleto. Se alegó que muchos viajeros llegaban al aeropuerto sin tener con qué pagarlos, cargándose el faltante a la aerolínea.
Cobrados aquí o en el exterior, los gravámenes son una pesada carga que debe ser aligerada.