Alta costura francesa toma las pasarelas

Alta costura francesa toma las pasarelas

París.  EFE.  La crisis sigue su curso, pero las grandes firmas de la alta costura internacional vuelven a proponer el lujo máximo a partir de este lunes, en forma de desfiles para el otoño-invierno 2009-2010, aunque a un número cada vez más “misterioso” de clientas.

Poco importa, pues el arte máximo de la moda no está pensado exactamente -o al menos no exclusivamente- para vestir a las mujeres más adineradas del planeta, sean célebres actrices, poderosas ejecutivas y políticas, princesas árabes o, simplemente, multimillonarias.

La alta costura francesa, que desde la temporada pasada y por el arte de Karl Lagerfeld para Chanel, se declina en sus más selectas versiones sin brillos ni oropeles excesivos, es ante todo el más exquisito laboratorio de tendencias, en opinión de sus más apasionados defensores, sin olvidar su papel locomotor de una multitud de industrias -y de empleos- adyacentes.

Todo depende de las dimensiones de la firma que ose lanzarse a las exigentes pasarelas del lujo.  Cuanto mayor y más compleja sea su estructura, mayores beneficios podrá producir y más rentable podrá resultarle organizar un costosísimo y exquisito desfile de alta costura.

Lo saben muy bien  grupos como Dior, Chanel y Gaultier, tres de los más prestigiosos miembros oficiales de la Federación de la Alta Costura francesa, promotores de moda sublime e inaccesible, pero también de numerosas líneas de prêt-à-porter, accesorios y cosmética.  

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