Altagracita es distinta

Altagracita es distinta

Etimológicamente hablando, ser “distinto” es tener otro color: dis-tinte, tener otro tinte.  La actual administración del Estado tiene la corrupción y la impunidad como Norte. Allí, ser “distinto” es algo muy peligroso.

Los que son “iguales”, los que se apropian de lo ajeno para beneficio propio, son una evidente mayoría. Éstos ven a los “distintos” como un peligro porque pueden provocar cambios en las situaciones de las que se benefician de buena y mala manera.

Para explicar esta lucha entre “distintos” e “iguales” podríamos tomar el caso de la directora de PROCONSUMIDOR, Altagracia Paulino. Ella ha estado defendiendo espontáneamente a los consumidores, de manera gratuita, desde hace muchos años. Ahora sigue haciendo lo mismo de siempre, con la diferencia de que el gobierno le paga un salario. Pero sigue siendo la misma Altagracita, la “distinta”. Hace algunas semanas, los inspectores de PROCONSUMIDOR descubrieron que en varias empresas comercializadoras de gas licuado de petróleo (GLP) se estaba engañando a los clientes despachándoles un 33% menos de la cantidad de combustible por el que pagaban. Uno de cada tres galones de GLP se quedaba entre las uñas de los “gaseros”, muy “iguales” entre sí. La maniobra fraudulenta había contado, hasta entonces, con la negligencia (y quién sabe si complicidad) de los funcionarios gubernamentales.

La alteración de las máquinas despachadoras de GLP con fines fraudulentos siempre ha sido un secreto a voces. Eso lo sabemos por experiencia propia los que periódicamente rellenamos nuestro balón de “25 libras”. Lo conocen los despachadores empleados por los “gaseros” que son el instrumento directo para el fraude. Y éstos se lo cuentan a su compañera, hijos, primos, sobrinos, amigos y hasta amenazan a sus enemigos con despacharles menos gas cuando necesitan atemorizarlos. Así que el engaño es bien conocido, sólo que no había aparecido una autoridad con voluntad, honradez y valentía para hacer cumplir la ley.

Altagracita Paulino, una “distinta” de la administración pública, inició sus labores oficiales ordenando el cierre de aquellas envasadoras descubiertas en situación de fraude. Para su lamento, PROCONSUMIDOR contaba con muy pocos equipos verificadores por lo que la persecución contra los agiotistas se hizo lenta. Esto dio tiempo para que los “iguales” se repusieran. Y ahí empezó una ofensiva despiadada contra la “distinta” Directora.

A Altagracita, los “gaseros” le prepararon una emboscada con la colaboración abierta de la gubernamental Dirección General de Normas (DIGENOR). Entre funcionario y “gaseros” prepararon un mamotreto de proyecto de reglamento en el que se garantizaba la impunidad de los empresarios fraudulentos. Como era de esperarse, la “distinta” Altagracita denunció este ataque por estar viciado desde su origen y porque sólo buscaba favorecer a los “gaseros” que engañan a la población. Se trataba de ajustar la ley para dejar sin castigo a los que merecen ser erradicados de ese negocio y puestos a disposición de la justicia. PROCONSUMIDOR tenía la ley vigente a su favor pero eso no cuenta mucho en ciertos sectores de la administración pública en la que el enriquecimiento súbito es una norma generalizada.

En contra de las justas intenciones de la funcionaria “distinta” operaba el hecho de que su honestidad se convertía en un denunciante espejo para los “iguales”. Ya había con qué comparar las actitudes fraudulentas de algunos “gaseros”. Como son mayoría, los “iguales” tratan de castigar al “distinto” honesto con la discriminación. Lo “afuerean” para evitar que modifiquen su “status quo”. Y los “iguales” se han lanzado a pedir la cabeza de Altagracita, la “distinta”. No hay que olvidar que, históricamente, los “distintos” han sido castigados con la persecución, la prisión, el destierro y hasta la muerte.

Vivimos bajo una administración estatal que trata de intimidar a todo aquel que no se someta a las pautas del grupo gobernante. En ese ambiente sólo es admitido quien opine igual, hable igual y malverse igual que ellos. Si alguien se atreve a ser “distinto”, es inmediatamente excluido y considerado como inadaptado, por lo tanto, elemento peligroso para el proyecto de perpetuidad gubernamental.

Altagracia Paulino parece ser una de esos “distintos”. Los que todavía creemos en la honestidad y en la moral, debemos defender a esta funcionaria que, en aislamiento oficial, resiste los chantajes de los “iguales”.

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