El pasado miércoles, 5 de julio, el vocero del bloque de diputados del PLD, Gustavo Sánchez, declaró al vespertino El Nacional que Lucía Medina dejará sus aspiraciones y cumplirá con la alternabilidad tal y como se acordó en el Comité Político. Y dijo también porqué: “Los ánimos de Lucía Medina son de que el PLD siga de manera unitaria conduciendo los destinos del Congreso Nacional y el Ejecutivo. Se sacrifica ella y me sacrifico yo; o sea, hay un sentimiento unitario en el peledeísmo de que tenemos que prescindir de lo que nos separa e insistir en lo que nos une”. ¿Qué cambió que apenas dos días después le declaró al mismo periódico que es partidario de que Medina continúe presidiendo la Cámara Baja y que el Comité Político se reúna para ratificar o rectificar el acuerdo mediante el cual Medina compartirá la presidencia con Rubén Maldonado, Radhamés Camacho y Demóstenos Martínez? ¿Que pasó con el sentimiento unitario invocado con tanta convicción? ¿Por qué, de un día para otro, dejó de ser importante? Gustavo Sánchez quiso aclararle a los periodistas que lo entrevistaron que hablaba a título personal, como si no supiera que ese desdoblamiento tan conveniente es imposible: no dijo lo que dijo en una parrillada en el patio de su casa sino en un periódico que visitó en su calidad de diputado y vocero de sus compañeros de partido. Y tan poco personal fue esa visita, que el propio periódico consideró que su propósito fue promover la reelección de la hermana del presidente Danilo Medina, como lo evidencia su título de primera plana: “Vocero diputados del PLD pide un año mas para Lucía”. Por eso debemos repetir la pregunta : ¿Qué pasó con el “sentimiento unitario” que hace falta para que el PLD pueda seguir conduciendo los destinos del Congreso Nacional y el Poder Ejecutivo?