Alternabilidad o reelección

<p>Alternabilidad o reelección</p>

CARLOS AMARANTE BARET
La República ha estado marcada y dañada por el afán continuista de sus gobernantes. Después de 162 años de historia republicana las llagas en el cuerpo de la nación son inocultables: instituciones débiles, nadie rinde cuenta en la Administración (accountability), políticos enriquecidos, empresarios sin visión social, organizaciones sociales sin mayor influencia, desorganización social, justicia desigual, leyes que pocos observan, partidos políticos ajenos a su rol, educación y salud de mala calidad, se mantiene la pobreza, crece la desigualdad, en fin, un Estado una y mil veces violado por nacionales y extranjeros que lo han condenado a ser una estructura amorfa, que no cumple con su misión y donde sus funciones son cada día asumidas por los particulares (seguridad, educación, salud, etc.). Este es el legado de nuestro escaso desarrollo y del continuismo. Para transformar esto fundó Juan Bosch el PLD.

Para cambiar este panorama, el PLD, tanto en su primer gobierno como en éste, encabezados ambos por el Dr. Leonel Fernández, ha implementado importantes reformas en la administración pública y una correcta política económica, pudiendo ser la culminación de esta primera etapa de construcción de la nueva institucionalidad, la Reforma Constitucional. La segunda sería la de la consolidación de las instituciones democráticas creadas, tarea muy difícil de acometer desde un proyecto continuista: este se convertiría en negación dialéctica de la construcción de la nueva democracia en este estadio del desarrollo institucional.

En estos momentos, la Reelección no contribuye al proceso de “consolidación democrática” que nuestro Presidente desea impulsar a través de las reformas constitucionales y políticas; al contrario, pues podríamos estar ignorando que “durante el proceso de “profundización” democrática, el riesgo de regresión autoritaria está siempre presente: la erosión del entramado democrático puede conducir a la “muerte lenta” de la democracia” (López Rosas).

El PLD también esta siendo expuesto por el proyecto reeleccionista. La carpintería social continuista terminará desbordando el sortilegio del discurso democrático, para terminar imperando, una vez más, en la cruda realidad de la vida diaria del Partido y de la sociedad dominicana.

Si esto se ve tan claro ¿por qué la pequeña burguesía reeleccionista no lo ve de esta manera? Simple. Entre otras razones ya explicadas, en el proyecto reeleccionista hay, por lo menos, cinco aspirantes presidenciales para el 2012 que no quieren tener a Leonel ni a Danilo como contendientes. Como se ve, Fouché es un niño haciendo cálculos políticos y Kafka no tiene imaginación frente a la metamorfosis sufrida por estos compañeros que solo piensan en sus intereses.

Si el continuismo se impone en el Partido, habremos adoptado el modelo histórico conservador, que aunque guardando las diferencias de época, será un hecho social, con sus desviaciones y estará castrando los liderazgos en el Partido. Estas enseñanzas están escritas con dolor y sangre en la historia dominicana. De ahí nuestra opción por la Alternabilidad.

La alternabilidad sirve de fundamento al surgimiento y consolidación de un liderazgo democrático: implementando el “método democrático” o “competitivo” de Schumpeter; entendiendo que democracia (la poliarquía de Dahl) no significa sustituir muchos liderazgos por uno solo, sino al contrario, la implementación de “un sistema de leadership, de jefes guías que también, en cierta medida, son guiados” (Sartori), estaremos afianzando en el Partido el ideal de Bosch de hacer del PLD un partido de líderes, una cantera de dirigentes capaces de conducir a su pueblo hacia estadio superiores de desarrollo, justicia, equidad social, de democracia.

La alternabilidad en la conducción gubernamental no es incompatible con la reelección del Partido como instrumento de mediación entre la sociedad y el Estado. Al contrario, la experiencia histórica dominicana (Lilís, Trujillo y Balaguer) nos lleva a la conclusión de que con ésta los ciudadanos pueden controlar mejor la agenda gubernamental y las prioridades de los Presidentes en un tiempo limitado de mandato. Después de todo, siempre habrá proyectos inconclusos, como nos recordara el Presidente Cardoso.

El PLD y la sociedad tienen en Danilo Medina un ejemplo de político capaz, honesto, conocedor de los problemas sociales, con una agenda para la consolidación del proyecto democrático y de desarrollo que encarna el Partido. Danilo es el cambio deseado dentro de la continuidad partidaria al frente del gobierno. Es la renovación. Es la frescura en la conducción de la administración pública al romper con el inmovilismo, la rutina, el cansancio y las desviaciones éticas que nos podrían acompañar en un tercer período del Presidente Fernández, a pesar de su voluntad.

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