Alternativas de renovación

Alternativas de renovación

En los años ‘50, un avezado político recomendó que se renovara a un joven abogado ya pasado por cárceles y gobernaciones provinciales fronterizas, tan vejatorias como las prisiones mismas, para que sobreviviera, que renovarse es en el político el secreto de la permanencia, decir uno que otro discurso laudatorio y agacharse, que llegarían otros tiempos.

Uno más agachado que el otro esperaron y, luego, ambos se desenvolvieron políticamente desde las cumbres, juntos o separados.

El criterio vale para el presidente Fernández, tan reiterado ya que parece presión, y es duro para el político actuar bajo las presiones de muchos que no necesariamente lo hacen para el bien público.

Lento en eso de mirar para donde se calientan los brazos de relevos, el Presidente un año atrás tiró a las fauces de los leones a dos de sus colaboradores y habrá medido los efectos que ello tuvo en la imagen y eficiencia de su gestión.

Hoy, tiene más libertad para privilegiar los resultados por encima de los amarres; no va a la reelección, ha dicho.

Particularmente, ha perdido el liderazgo del que presumiera el señor de la electricidad, quien propone ahora como suyas las resultantes de la mesa de Energía y Combustibles de la última Cumbre, varios meses después de que fueran engavetadas por él mismo.

Para ese reemplazo perentorio existen tres opciones:

Una, el inefable Temo, que estrenó en su tiempo la cantinela privatizadora como el remedio de todos los quebrantos, cantaletear que se han acentuado y mordido la cola con una vuelta miserable a la estatización después de un endeudamiento estatal que supera los mil millones de dólares y de un gasto ya pagado varias veces superior a eso, para el logro de penosos resultados.

Otra, en detrimento del Metro, sería el super Diandino, quien es desde lo oficial la personalidad de mayor confianza en la eficiencia, sin que ello sea garantía alguna de que el toro eléctrico se tomará por los polos.

Por último, sigue vigente aquella fórmula que fracasó cuando la empleó don Antonio Guzmán: llamar a gente capaz desde lo privado; capaz en administración, no en colocar bombillos o en reparar la plancha eléctrica materna.

Con don Antonio la fórmula dejó resultados inolvidables. Se modernizaron los sueldos de cuatro administradores de Corde y se les garantizaron prestaciones en función de la reducción de pérdidas, no de las ganancias. La formulita conllevó, al sumarse, mayores pérdidas.

Hoy no es preciso modernizar salarios, sino rebajarlos, tal vez.

Hay mucho talento retirado con precipitaciones por la crisis internacional y los ajustes consiguientes en centenares de empresas alrededor del mundo.

Muchos de ellos son nativos, sin que ese sea un requisito fatal para la toma de decisiones y el acierto impostergables.

A 50 años de la primera estatización del sistema, que ha significado la carga mayor para el desarrollo industrial así como para el bienestar de los dominicanos, es necesario ajustar esas cargas so pena de vergüenza eterna para todos los gobernantes en cuyas manos ha estado la oportunidad de corregir.

Dos tareas habrá de asumir el Elegido:

1.- Despolitización del sistema.

2.- Autorización a todo aquel que quiera producir energía, sin contratos de compra, dado que ya vivimos de nuevo en la etapa temida de apagones por generación, y no hay tiempo para discutir ilimitadamente sin frutos.

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