Alternativas para liberarse de los daños del petróleo. República Dominicana emprendió promisoriamente en su momento innovaciones que la apremian a romper su excesiva dependencia de combustibles de origen fósil pero con la guerra ruso-ucraniana, los logros en ese sentido cobran dramático nivel de insuficiencia por no haberse avanzado como procedía.

La emergencia bélica tomó al país fuera de base en su proyección hacia el uso de energía limpia y renovable, reducida a una participación en el renglón de obtener electricidad de un 9%, existiendo contundentes potenciales eólicos, hidráulicos y solares y la posibilidad de aprovechar desechos para la biogeneración.

En el transporte se vive atraso en aprovechar las tecnologías automotrices basadas parcial o totalmente en modernas baterías con una presencia ínfima inferior al 3% en contraste con la circulación excesiva de automotores de intensa emisión de gases nocivos a través de tubos de escape.

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Son incalculables los daños infligidos a la salud de los habitantes del país por los tóxicos residuos de combustión en máquinas rodantes. Para la economía dominicana, la subordinación a los carburantes derivados de un petróleo vulnerable en sus precios a impactos impredecibles por cualquier convulsión solo augura crisis de incosteabilidad.

Los estímulos para propender a la suplantación de fuentes de energías adversas ecológicamente en diferentes grados no han sido suficientes para liberarse a buen ritmo de ellas.
Se vive una dura coyuntura que lo indica.