Alternativas políticas a una guerra comercial EU/China

Alternativas políticas a una guerra comercial EU/China

Comentario Editorial
La economía de Estados Unidos está creciendo por encima de la tendencia, el desempleo está en una baja de cuatro y medio años, y la inflación está controlada. Estas son difícilmente las circunstancias para un brote de proteccionismo. Sin embargo, es precisamente lo que dicen las cartas.

Ayer, un grupo de senadores norteamericanos concluyeron una visita a China sin haber retirado la amenaza de imponer fuertes tarifas a las importaciones de China, si Pekín rehúsa reevaluar su moneda. Su viaje para “encontrar hechos concretos” siguió a una fuerte subida en el déficit de la cuenta corriente de EEUU a 7% del producto interno bruto en el último trimestre de 2005 , un gran trozo del cual fue asumido por el creciente excedente comercial de China. 

También se produce tres semanas antes de la visita de Hu Jintao, el presidente de china, a EEUU, cuando planea anunciar grandes compras de aviones Boeing y “software” norteamericano. Pero es poco probable que estas medidas apacigüen el sentimiento proteccionista en el Capitolio, donde la temperatura ha estado subiendo a la par del déficit comercial del país. Tampoco desviará la atención del hecho de que China ha hecho poco por tomar en cuenta las legítimas preocupaciones de EEUU desde que decretó una reevaluación cosmética de 2.1% de su moneda en julio pasado.

De todas formas, la probabilidad creciente de que el Congreso inicie una acción comercial punitiva contra China es profundamente preocupante. Aún cuando Pekín no fuera a tomar más medidas sobre su moneda, esas medidas todavía irían en su contra. La tarifa de 27.5% propuesta por los senadores Charles Schumer y Lindsay Graham serían ilegales bajo las reglas de la Organización Mundial de Comercio que pudiera autorizar acciones en represalia por parte de China. Una guerra comercial haría graves daños al sistema de comercio global si no se enfrentan las causas subyacentes.

El problema central es que EEUU consume mucho más de lo que produce, mientras que China, y gran parte del resto del mundo, hace lo contrario. Parte del gran desequilibrio de EEUU con el resto del mundo se puede atribuir a un renminbi subvalorado. Pero no es muy probable que una gran apreciación asilada de la moneda de China afecte de manera importante el déficit de EEUU. Sin una reevaluación más amplia de otras monedas asiáticas, incluyendo el yen japonés, el déficit de EEUU simplemente se desviará a otros exportadores de bajo costo.

El remedio más eficaz sería que tanto EEUU como China dieran pasos equilibrados para hacer frente a sus propios desbalances. EEUU necesita enfrentar su tasa de ahorros históricamente baja, ligeramente por encima de 15 del PIB. China tiene que impulsar el consumo interno, por su propio interés, mediante una reforma estructural y permitiendo cambios en los precios relativos de las exportaciones y las importaciones por la vía de la tasa de cambio. No es fácil explicar los duros pasos que EEUU tendría que dar para cumplir con su parte del acuerdo. Es más fácil, en un año electoral, convertir a china en un chivo expiatorio. China puede y debería permitir que su moneda se apreciara. Pero no es probable que lo haga cuando hay una pistola apuntando a su cabeza.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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