Alto grado de inseguridad

Alto grado de inseguridad

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
La inseguridad de todo tipo ha tomado visos de alta peligrosidad en nuestro país, lo cual de seguir a ese ritmo ascendente, podría poner en riesgo el clima democrático y pacífico que ha vivido la República Dominicana en las últimas cuatro décadas. Ya no sólo se tiene miedo en cuanto a la seguridad personal y el respeto a la vida, sino que también ha tocado la importante puerta de la inversión extranjera la cual ha menguado considerablemente al existir serias dudas sobre la seguridad jurídica creando desconfianza en las transacionales dispuestas a invertir en lugares en donde existan ventajas comparativas, como es una mano de obra especializada más barata que en el país de origen.

En los últimos meses han ocurrido en todo el territorio nacional un alto número de atentados, asaltos y secuestros que de no ponérsele un alto podrían constituir un valladar al flujo de turistas y posibles inversionistas que nos visitan.

 Es innegable el aporte del turismo al Producto Bruto Interno (PBI) y a la obtención de las divisas fuertes que necesita el país para hacerle frente a sus compromisos internacionales, en especial a la deuda externa y la factura petrolera.

Por eso, las autoridades deben de tratar de extirpar de cuajo este mal que cual cáncer carcome nuestras débiles estructuras, que han costado mucho sacrificio y dinero al Estado Dominicano.

Varios embajadores acreditados en el país se han referido a la seguridad del sistema legal, especialmente encuanto a legislación de tierras se refiere, en el cual, se le permite a cualquier pelafustán inscribir una oposición a un terreno registrado sin importarle al registrador si setiene un derecho real, o por el contrario si se hace con fines de establecer una litis sobre terrenos registrados.

Nosotros hemos tenido proposiciones de inversionistas que nos han solicitado por escrito la garantía de que sus propiedades no serán objeto de una de esas “oposiciones alegres” y les hemos tenido que decir, que no podemos afirmarle que tal hecho no suceda.

Esto ha sido motivo de muchos litigios y extranjeros han sido timados por la venta y deslindes de un terreno sobre el otro, especialmente en la zona de playas y de lugares con vocación turística.

Con la entrada en vigor del nuevo Código Procesal Penal las cosas han empeorado, ya que el mismo favorece a los inculpados que se suponen propietarios aún se demuestre la falsedad de los títulos que presentan para hacer valer sus derechos.

En otros países turísticos como el nuestro, esto no sucede porque las autoridades preservan los inversionistas y es el mismo estado el que asume la defensa del inversor que de seguro será un buen propagandista de la protección recibida.

El raterismo se ha convertido en una práctica normal.

Las señoras son despojadas desde motocicletas en marcha de sus carteras, collares, cadenas o teléfonos móviles. Recientemente una joven estudiante resultó muerta en Santiago cuando enfrentó a unos maleantes que la despojaron de un teléfono móvil.

Las luchas por los denominados “puntos” de ventas de estupefacientes se han incrementado en los barrios marginales de la ciudad.

Ya sólo en los denominados barrios seguros hay cierta garantía, ya que no se puede hablar de erradicación total. Con el nuevo Código Procesal Penal los malandrines y ladronzuelos se sienten en sus anchas, ya que si no se atrapan con las manos en la masa, difícilmente son apresados.

Un hecho curioso aconteció cuando unos vecinos de la Zona Colonial atraparon dentro de una vivienda a dos ladrones y cuando fueron llevados a la fiscalía fueron descargados porque no habían robado nada y por lo tanto no existía cuerpo del delito. Al parecer, el Código no considera que la violación de domicilio con fractura y escalamiento sea un delito más grave que el robo. Nunca antes había sentido la población más inseguridad que la que hoy día campea por sus fueros.

Las actividades nocturnas se han visto afectadas ostensiblemente, ya quehasta la juventud no se quiere arriesgar a ser víctimas de un asalto o de una violación en calles, cuando hay energía eléctrica, muy mal iluminadas.

Los ciudadanos no confían, ni en la policía ni en los militares, ya que en los asaltos y secuestros se han comprobado que son o activos o han sido miembros de alguna institución armada.

De seguir la criminalidad en ascenso, nos veremos obligados a constituirnos en cuerpos armados informales y entonces la frase bíblica “de ojo por ojo y diente por diente” se hará una realidad y retornaremos a la selva.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas