Aunque se ha producido importantes inversiones en huertos artificiales, se han producido varias quiebras en el sector y se teme que se produzcan otras en el futuro por los altos costos de las inversiones iniciales en instalaciones y los costes derivados, como las luces LED, la ventilación, y la mano de obra.
Los cultivos verticales también tienen que ofrecer precios competitivos para atraer a los compradores.
«No me sorprendería que el 90% de las empresas que quieren crear negocio en el sector desapareciera en tres años», augura Rosenberg.
En Estados Unidos, FarmedHere protagonizó hace meses una de las quiebras más sonadas de los últimos años y, en Europa, la sueca Plantagon cesó sus operaciones a principios de año.
En cambio, Jonathan Webb, fundador de AppHarvest, una start up que ha construido un invernadero de 25 hectáreas en Kentucky para cultivar tomates, asegura haber optado por este tipo de negocio por los altos costes que supone operar en zonas urbanas.
En términos generales, los huertos de interior son más económicos. En Oriente Medio, por ejemplo, donde el cultivo de vegetales es prácticamente imposible en las zonas desérticas, «las granjas verticales podrían ser la mejor inversión», opina Erik Kobayashi-Solomon, fundador de IOI Capital que invierte en empresas que ayudan a mitigar los efectos del cambio climático.
Los inversores de AeroFarms sostienen que la compañía es rentable desde el punto de vista operativo, pero que continúa haciendo costosas inversiones.
A pesar del elevado gasto energético, los inversores apuestan por las start up que se dedican a los cultivos de interior por el escaso uso de agua y su gran rentabilidad, en un momento de mayor conciencia social sobre el cambio climático y la lucha contra el hambre.
La agricultura vertical se está transformando por la tecnología, en concreto por la inteligencia artificial y el análisis de datos.
Los principales inversores tecnológicos y empresas de Silicon Valley como la firma de capital riesgo de Google, GV, y el consejero delegado de Uber, Dara Khosrowshahi, han invertido en Bowery, una empresa de Nueva Jersey que invierte en este renglón.
En términos generales, los huertos de interior son más económicos.
No obstante, en Oriente Medio, por ejemplo, donde el cultivo de vegetales es prácticamente imposible en las zonas desérticas, «las granjas verticales podrían ser la mejor inversión», opina Erik Kobayashi-Solomon, fundador de IOI Capital que invierte en empresas que ayudan a mitigar los efectos del cambio climático.
Los inversores de AeroFarms sostienen que la compañía es rentable desde el punto de vista operativo, pero que continúa haciendo costosas inversiones.
AeroFarms, la empresa estadounidense de cultivos de interior ha captado 100 millones de dólares para ampliar sus investigaciones y expandir su negocio por el mundo. La empresa, creada hace 15 años en Nueva Jersey, es pionera en huertos de interior, en los que se producen verduras sin pesticidas, con luz artificial y cerca de los consumidores. Tras la última recaudación, AeroFarms alcanzará un valor de 500 millones de dólares (446,26 millones de euros), según una persona del entorno.
Uno de sus principales inversores es la división de capital riesgo de Ingka Group, matriz de Ikea.
1. Dificultades de los huertos artificiales
Aunque se ha producido importantes inversiones en huertos artificiales, se han generado varias quiebras en el sector y se teme que se produzcan otras en el futuro por los altos costos de las inversiones iniciales en instalaciones y los costes derivados, como las luces LED, la ventilación, y la mano de obra.
2. Precios competitivos
Los cultivos verticales también tienen que ofrecer precios competitivos para atraer a los compradores.