Para este año se pronostica un rápido tirón de la construcción
Nuestros constructores, que con razón se quejan del encarecimiento del acero, deben tener presente que el consenso entre historiadores es que la Covid-19 provocó la peor debacle de la histórica económica mundial. Entre las consecuencias, una tormenta perfecta que genera inestabilidad en los mercados de las mercancías básicas (“commodities”, en inglés).
El “Bloomberg CommodityIndex”, que recoge la evolución de los precios primarios, se ha disparado en los últimos meses situándose en niveles altos por la caída de la oferta global y el fuerte apetito de China que necesita de todo. Con su apabullante demanda alimentaria la potencia destructiva de la tormenta, aumentando los precios de los alimentos (trigo, maíz, soya, sorgo y otros) y materias primas (petróleo y derivados).
Explica el alza de precio del acero que se ha sentido en la economía dominicana en las últimas semanas. En 2020 China aumentó sus exportaciones, pero importó mucho más, reduciendo la disponibilidad neta para el resto del mundo. Ha quedado para la historia la época cuando sucedía lo contrario, que desplomaba la cotización de acero aportando más de la mitad de la demanda del mercado mundial.
Nuestra industria de acero, no solo ha ofertado el volumen demandado,sino que,pese a costos más elevados de las materias primas, su precio ha crecido menos que la cotización internacional, contribuyendo a limitar los efectos negativos de la tormenta sobre la industria de la construcción.
Como dice el refrán popular, de los grandes golpes surgen grandes oportunidades, la crisis de oferta y precio del mercado mundial de acero ha servido para demostrar la importancia que tiene para la economía dominicana una industria nacional fuerte y consolidada.
Las estadísticas reportan que sus chimeneas no dejaron de escupir nubes de humo ni siquiera en los peores momentos de pandemia, durante los meses de marzo, abril y mayo 2020, tampoco antes la escasez de chatarras que provocó la importación de palanquilla.
Las cifras son reveladoras.
Por cierre de actividades económicas y sociales en 2020, el consumo aparente del metal en nuestro país se redujo en 507,507 toneladas, un 22.4%, de 2,271,367 toneladas en 2019 a 1,763,860 toneladas. La producción local disminuyó en 176,756 toneladas, un 13.2%, pero las importaciones se desplomaron mucho más, en 330,751 toneladas, un 35.3% en 2020.
Para este año se pronostica un rápido tirón de la construcción y de la industria del acero, esta última con un 25%, demostrando que los nuevos precios del acero a nivel mundial y local fueron asimilados por los constructores. Significa que en tan solo doce meses la economía dominicana recuperará el volumen de acero precrisis, la cantidad de 1,335,419 toneladas en 2019.
Pero se debe cumplir una condición, prohibirla salida de chatarras del país, mientras no se reequilibren las fuerzas en el mercado mundial de materias primas. Para preservar la condición de país productor y evadirla de transformador de acero, un nivel inferior. Solo como ejemplo, cifras recientes reportan el buen ritmo de la nueva planta de “Ternium”, levantada con una fuerte inversión fija inicial,a la fecha ha producido 30,000 toneladas de acero, generando mil empleos directos adicionales, proyectando valor agregado (salarios, impuestos y beneficios) y compras millonarias a proveedores locales que contribuirán con el aumento del PIB en 2021.