Alucinación de nuevo rico

Alucinación de nuevo rico

El sábado 8 de enero de 2011 me quedé esperando por el desmentido de una noticia, aparentemente absurda, destacada el día anterior por el vespertino El Nacional. Nunca llegó la versión del Palacio Nacional negando que lo declarado en exclusiva por el ingeniero Diandino Peña Crique pudiera ser cierto.

Ese silencio desde el Poder Ejecutivo confirmaba, por omisión, que el presidente Leonel Fernández, luego de leer el informe sobre el estado de la nación ante la Asamblea Nacional, conduciría el 27 de febrero próximo un vagón del tren subterráneo desde la estación del Congreso Nacional hasta Herrera. Este recorrido constituiría la prueba de circulación de los primeros 14 kilómetros de la segunda línea del Metro de Santo Domingo.

Tonto yo que dudé en algún momento que el gobierno del doctor Fernández Reyna fuera capaz de burlarse de un pueblo con tantas necesidades presentando la reedición de su fracasado  “toy train” como el evento con el que se conmemoraría otro aniversario de la fundación de República Dominicana. Pero la exclusiva del ingeniero Peña a un medio informativo bien vinculado con ese proyecto resultó ser cierta. No en balde el Director de la OPRET ha demostrado ser, en los diez años de gobierno de Leonel Fernández, el funcionario que ha tenido mayor influencia sobre un Presidente de República Dominicana desde que Anselmo Paulino gozó del respaldo absoluto del tirano Rafael Trujillo Molina.

Para mi interpretación, el anuncio de este paseíto de domingo de Leonel Fernández confirma que en su gobierno predomina lo que los psiquiatras llaman una “disociación del yo”. O lo que es lo mismo decir, una diferente actitud ante lo que realmente sucede en esta sociedad y lo que ellos consideran que está ocurriendo. Los peledeístas gobernantes han adquirido unas características patológicas que sólo surgen bajo tres influencias: ante un trastorno mental, bajo el efecto de drogas alucinógenas o como producto de un plan perverso.

Según mi entender, el “alter ego” del Presidente de la República habría reflejado sanidad mental si hubiera anunciado que los cuantiosos fondos que se han despilfarrado en el “hoyo negro” del Metro serían transferidos para el mejoramiento de la Educación pública nacional. A final de cuentas, ¿a quién carajo le importa que el presidente Fernández empuñe el timón de algo que no sabe conducir y que le ha costado tantos sufrimientos al pueblo dominicano? Importante habría sido que su “otro yo” anunciara el cese del endeudamiento externo o la investigación de los actos de corrupción denunciados por Wikileaks. O quizás que se condenara a alguno de los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que siempre, repito siempre, aparecen en los casos de tráfico de drogas y asesinatos por encargo que tanto abundaron durante el pasado año 2010. O que el presupuesto político de la Presidencia de la República sería disminuido en un 50% y los apagones desaparecerían definitivamente.

Eso de anunciar un paseíto del presidente junto a sus alcahuetes desde el Congreso hasta Herrera no es más que la expresión de las alucinaciones de cualquier nuevo rico. Con su Metro se comportan como los traficantes para quienes el dinero no tiene importancia. Aquellos compran cualquier cosa con tal de que sea cara. La utilidad no tiene sentido. Se parece también al comportamiento de aquellos pobres muchachos analfabetos provenientes de un batey de caña que de repente se convierten en estrellas de las ligas de béisbol de Estados Unidos y no saben qué hacer con el dinero que nunca soñaron tener. De ahí que construyan las residencias más estrafalarias adornadas con los objetos más contraproducentes, compren automóviles que no saben conducir o asesinen inocentes ciudadanos confiados en que la fama les garantizará la impunidad por sus crímenes.

El anuncio del ingeniero director de las obras del Metro es otra burla más producto de la arrogancia de los nuevos ricos. ¿Han mejorado el tránsito con sus enormes inversiones del Metro y los elevados? Por supuesto que no. Por el contrario, lo han empeorado. De ahí que esta otra alucinación los evidencie cada día más como voraces depredadores del erario para beneficio personal de quienes viven confiados en que nunca podrán ser castigados por sus delitos.

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