Alumnos encuentran los mismos hoyos del año pasado

Alumnos encuentran los mismos hoyos del año pasado

POR MARIEN A. CAPITAN
Mientras el presidente Leonel Fernández anunciaba ayer que uno de los principales objetivos de su gobierno es llevar tecnología a los planteles de escuelas y liceos, los estudiantes de la Escuela República del Brasil regresaban a las aulas para descubrir que volverían a tener que sortear los agujeros que se suceden en los pisos del centro educativo.

Aunque hace tiempo que está detenida, la reconstrucción de la escuela fue iniciada hace dos años y medio -seis meses después que en este diario se denunciara la situación del inmueble-. La realidad, a pesar de esos tres años transcurridos, sigue siendo la misma: los pisos, techos y ventanas de madera están roídos por la carcoma que día a día continúa haciendo, tranquila, su trabajo de destrucción.

Un buen ejemplo de cómo están las cosas son las aulas del quinto y séptimo grado, que están una debajo de la otra: los agujeros del techo del quinto, que es el suelo del séptimo, permiten que los estudiantes de uno y otro curso puedan verse con toda tranquilidad. Desde el suelo del quinto curso, a su vez, pueden observarse algunos detalles del sótano que está debajo.

Al peligro que ofrecen los agujeros se une el de los remiendos que se han hecho para tapar los hoyos de mayor dimensión: los trozos de madera, por encima del nivel del piso, hacen que cualquiera puede tropezar con facilidad. Esto, explica la maestra Roselina Camacho, es una constante preocupación para todos.

«Nosotros tratamos de ubicarlos lo más alejados posible de los hoyos. Esos remaches los han puesto no sé para qué cosa porque eso lo que hará es que se dé uno un tropezón y se parta la cabeza con todo. Lo que está mal hay que dejarlo mal para que se pueda ver y se arregle; no podemos tapar aquello a lo que no se le quiso dar solución», afirmó Camacho, profesora del séptimo grado.

Cerca del séptimo, donde una vez estuvo la oficina de la cooperativa, está el tercer curso. Estrecho, agobiante y sin ventilación, está dividido del sexto grado por unas deterioradas y maltrechas planchas de plywood.

Detrás, en el patio, hay una rancheta en la que funcionan cuatro aulas. En dos de ellas, separadas por una plancha de plywood, la falta de ventilación se hace mayor que en las anteriores. La ventaja: el piso es de cemento y, por tanto, no hay tanto riesgo.

AL VUELO DE LAS PALOMAS

El vuelo de las palomas, que van y vienen por el techo de la escuela, es una «amenaza» constante para los alumnos del sexto grado de primaria: el techo de su aula, que colinda con el área cerrada por «reparación», tiene tantos orificios que cualquiera puede ser víctima de sus descargas fisiológicas.

Esta es el aula más triste de todo el plantel: las perforaciones del suelo, la ausencia de persianas, las vigas ajadas y el techo al punto de caer contrastan con lo reluciente de la madera del área donde se estaba reconstruyendo.

Pasando a esa área, por cierto, hay que resaltar que sólo las maderas del techo fueron cambiadas. La del suelo del aula del primer nivel, a medio poner, no están completas; las del segundo piso, inexistente, comunican ambas áreas.

En estas condiciones, convirtiendo a los 565 alumnos matriculados en víctimas potenciales de un accidente, está la Escuela República del Brasil, un centro educativo en el que sus pisos y techos pueden ceder en cualquier momento. Bien lo demuestran los hundimientos y la fragilidad que presentan sus antiguas maderas.

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