Alvaro Uribe mantiene popularidad

Alvaro Uribe mantiene popularidad

BOGOTA (AFP).- Denuncias de fraude electoral en 2002, corrupción en el servicio de inteligencia y supuestos planes para matar al presidente venezolano Hugo Chávez, han salpicado al gobierno de Alvaro Uribe, aunque sin hacer mella en su favoritismo para ganar la reelección el domingo en Colombia.

El “efecto teflón” (antiadherente) ha bautizado la prensa local a esta inmunidad del mandatario a las acusaciones que ha enfrentado, incluso antes de llegar al poder, y que se multiplicaron en los últimos meses en coincidencia con la campaña por la presidencia.

Su imagen favorable ha permanecido en los últimos cuatro años en torno al 70%, y según todas las encuestas ganará cómodamente un segundo cuatrienio.

Uribe tiene en los sondeos una intención de voto de entre 57% y 61%, seguido de Carlos Gaviria (Polo Democrático, izquierda) con 19 a 23,7% y de Horacio Serpa (Partido Liberal), con entre 10 y 14%.

Existe “una liga entre la opinión pública y Uribe” que no se ha dado con otros mandatarios o políticos, señala el politólogo de la universidad de Los Andes, Fernando Cepeda, quien fue ministro de gobierno en los años ochenta y luego embajador en Londres.

“Si a Uribe le dicen corrupto, la gente no lo percibe así. La gente percibe que ha habido problemas, pero que él da la pelea y pone la cara, eso es algo que sus críticos y opositores no entienden”, explica Cepeda.

Ya en su primera campaña por la presidencia en 2002, Uribe tuvo que soportar una andanada de denuncias sobre su pasado, que vinculaban a miembros de su entorno con el cartel cocainero de Medellín, las cuales negó enfáticamente.

La guerrilla de las FARC también acusó frecuentemente al mandatario de promover a los grupos paramilitares de extrema derecha.

“Uribe es más un fenómeno de opinión que de gobierno propiamente dicho. El  aprovechamiento de su imagen es asignatura con nota sobresaliente”, señala Luis David Obando, experto en estudios de opinión pública del privado Instituto de Capacitación Popular.

En ese sentido, la imagen del mandatario ha pasado sin mancharse por escándalos como las denuncias sobre el servicio de inteligencia (Departamento Administrativo de Seguridad), que depende directamente del mandatario.

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