Alza del petróleo preocupa a Bush

Alza del petróleo preocupa a Bush

WASHINGTON (AFP).- El alza de los precios del petróleo preocupa al gobierno del presidente George W. Bush en plena campaña electoral y pesa sobre la política exterior de Estados Unidos, especialmente hacia los grandes productores de crudo como Rusia y Venezuela.

   En gran parte originado por la inestabilidad en Irak, el incesante aumento del crudo alimenta también las críticas a la política de Washington en ese país y en Medio Oriente.

   El secretario del Tesoro John Snow reconoció el viernes que su gobierno no está «contento» de ver que el barril de crudo se aproxima al nivel simbólico de los 50 dólares, y señaló que ello tiene el efecto de un «impuesto sobre la economía».

   Desde su rancho texano de Crawford (sur), donde está de vacaciones, Bush hizo saber que no planea recurrir a la reserva estratégica de crudo, o cesar de aprovisionarla, para intentar que los precios bajen.

   «Dejar de llenarla tendría un impacto insignificante», dijo el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, añadiendo que esta reserva «no está allí para manipular los precios con fines políticos».

   El rival demócrata de Bush en la presidencial del 2 de noviembre, John Kerry, multiplica por su parte las alusiones al tema, que amenaza con ensombrecer la gestión económica de la administración republicana, repercutiendo negativamente en la elección.

   «La administración Bush se equivoca sobre los récords que debe batir durante las Olimpíadas. No se ganan medallas con un precio récord del petróleo», ironizó el portavoz de Kerry, Phil Singer.

   En relación a la política exterior, el candidato demócrata propone «una política renovada en Medio Oriente, para ayudar a Irak y mantener un aprovisionamiento estable de energía».

   El embajador saudita en Washington, el príncipe Bandar ben Sultan, debió salir nuevamente a la palestra el fin de semana pasado para refutar persistentes rumores sobre una colusión entre el clan Bush y Riad para frenar la disparada del crudo antes de la elección de noviembre.

   «No hay ningún plan secreto para ayudar a la administración Bush», declaró en relación a las acusaciones reproducidas por la campaña demócrata y por el exitoso filme Fahrenheit 9/11 del cineasta Michael Moore.

   Aunque el impacto concreto de los precios del petróleo sobre la economía podría ser limitado de aquí a la elección, «el paisaje político estadounidense está dividido en dos partes tan similares, los dos campos están tan empatados que el menor atisbo de crisis puede marcar la diferencia», subrayó Pietro Nivola, especialista de asuntos económicos del Instituto Brookings de Washington.

   En el plano diplomático, el problema petrolero afecta además las relaciones de Washington con los dos principales productores, Rusia y Venezuela.

   La consejera de Bush para la seguridad nacional Condoleezza Rice, al igual que el secretario de Estado Colin Powell, intercedieron ante Moscú para solicitar cautela en las acciones judiciales que afectan al gigante petrolero ruso Yukos, que alienta la disparada de los precios.

   Ambos trataron sin embargo de dar cuenta de las inquietudes de los inversores extranjeros en Rusia, más que de sus propias preocupaciones sobre las eventuales repercusiones políticas de la volatilidad del crudo.

   Washington adoptó por otra parte un perfil bajo hasta ahora en relación al referendo sobre el mandato del presidente venezolano Hugo Chávez, quien pese a haber garantizado el aprovisionamiento de petróleo a Estados Unidos, no es sin embargo su mejor aliado.

   Venezuela provee alrededor de 15% de las importaciones estadounidenses de crudo y Estados Unidos terminó por reconocer -aunque tardíamente y de mala gana- la victoria de Chávez en la votación, cuyo desarrollo fue seguido de cerca por los operadores petroleros, preocupados por la estabilidad política en el estado caribeño.

   Washington se reservó sin embargo su opinión definitiva sobre el referendo a la espera de una auditoría sobre el mismo.

   En lo que se refiere a Rusia y Venezuela, la administración Bush «busca reducir las perturbaciones» que podrían afectar los mercados petroleros, estima Nivola. Pero los dos factores están fuera del control del gobierno estadounidense, que no puede hacer otra cosa que tratar de calmar el juego», agrega el experto.

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