En adición a lo ocurrido durante la pandemia con el aumento de la demanda y los problemas de oferta, la guerra en Ucrania está provocando un shock negativo en la oferta de materias primas, ya que Rusia es un importante proveedor de muchas de ellas, advierten los analistas de Danske Bank en una nota en la que, para contextualizar, estiman cómo de grande es el shock de los precios de las materias primas en un contexto histórico.
Su primera conclusión es que, en términos reales (descontando la inflación), las materias primas están cerca del máximo observado al final del superciclo de la década de 2000.
Para ello recurren al índice Bloomberg de materias primas al contado, deflactado por los índices de precios alemán y estadounidense.
Sin embargo, en términos de variaciones anuales, desde el banco concluyen que «estamos cerca de los aumentos de precios observados a finales de la década de 1970, pero son menores que durante la primera crisis del petróleo, en la que los precios del petróleo aumentaron más del 300%».
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En cambio, JP Morgan Chase cree que las materias primas podrían subir hasta un 40% -lo que las llevaría a un territorio récord- si los inversores aumentan la asignación de las mismas en un momento de aumento de la inflación.
Aunque las asignaciones parecen estar por encima de las medias históricas en materias primas, no están muy sobreponderadas, según los estrategas dirigidos por Nikolaos Panigirtzoglou.
Las materias primas alcanzaron un récord el mes pasado, cuando la invasión rusa de Ucrania agitó los mercados, impulsando los precios de todo tipo de productos, desde el petróleo hasta el trigo.
Esto ha contribuido a estimular la ya elevada inflación mundial y a una respuesta más dura por parte de la Reserva Federal, lo que ha llevado a los inversores a sopesar una nueva ponderación de los activos entre acciones, bonos y materias primas en sus carteras.