Una gama de medicamentos, sobre todo aquellos empleados por personas bajo tratamiento prolongado o permanente por diabetes, hipertensión y otros padecimientos, han aumentado de precio entre un 5% y un 15% en un lapso de seis meses.

La queja en este sentido es de pacientes  y propietarios de farmacias,  que coinciden en no comprender los motivos de estas alzas.

Ciertamente, no ha habido en el país ajustes fiscales o de otras índoles que afecten el renglón de los medicamentos, y la tasa de cambio ha permanecido estable por mucho tiempo.

La situación está perjudicando a pacientes y dueños de farmacias. Los primeros porque se les hace cada vez más difícil costear sus tratamientos y los segundos porque sus ventas de esos renglones  han disminuido de manera considerable.

Alguna autoridad debe velar porque los precios de las medicinas sean justos. Hay un tratamiento fiscal especial para estos renglones y eso debe servir para reclamar precios justos.

Con las alzas inexplicables se está perjudicando a personas que tiene que llevar de por vida tratamientos contra la hipertensión arterial, diabetes, trastornos renales y otros padecimientos.

No parece haber motivos valederos para estos aumentos.

Mercaderes de la inseguridad

Las autoridades deben ponerle mucho caso a la denuncia del Consejo Dominicano del Comercio, que agrupa a pequeños y medianos comerciantes de Santo Domingo Norte,  en el sentido de que muchos de sus afiliados son extorsionados por bandas que operan en la zona con el cobro de una especie de “peaje” de entre 200 y 1,000 pesos diarios.

Este estilo de venta de “protección” equivale a un secuestro de la seguridad de esforzados comerciantes y sus familias.

No hay que romperse la cabeza para adivinar las consecuencias que puede acarrear una resistencia a esta forma de extorsión.

Los comerciantes deberían poner en manos de las autoridades los datos concretos que conduzcan a la captura de estos mercaderes de la inseguridad. De no hacerlo, el festín continuará y crecerá.