Alzas ilegales  en el transporte

Alzas ilegales  en el transporte

Es inaceptable  que los precios de los pasajes del transporte público urbano sean aumentados por sindicatos de dueños de vehículos al margen de lo que en ese aspecto decidan las autoridades correspondientes que en estos momentos estudian los costos de operaciones y la forma de reducir los efectos del encarecimiento de los combustibles y los repuestos.

El gobierno está obligado a aplicar todo el peso de su autoridad y capacidad de maniobra para preservar, al menos, la tarifa actual  de un servicio público esencial. En estos difíciles momentos para la economía popular, en los que la mayoría de los trabajadores y empleados  está viendo que todo sube menos su poder adquisitivo, los pasajes no deben ser aumentados alegremente.

La ciudadanía está atrapada en los males tradicionales del transporte público. De un lado el desorden de  rutas acortadas a conveniencia de los choferes, y del otro lado la presencia de un “concho” ineficiente que dispendia energía. A más de la inseguridad por la falta de controles de identidad sobre  los prestadores de un servicio en el que todavía puede incursionar la delincuencia. Estamos ante un problema  que  el gobierno debe  atacar por dos frentes. Manteniendo reglas firmes sobre los transportistas, aún haciéndoles  concesiones, y prestando auxilio  a la OMSA para  que miles de capitaleños más puedan recurrir al sistema del propio Estado.

Al ataque contra  los inmigrantes
Recurriendo a la  drasticidad,  los países europeos acaban de fijar normas  que les permitirían  mantener sumariamente detenidos  y deportar con rapidez a los inmigrantes  indocumentados  que detecten, calculándose que el  procedimiento podría  afectar a 8 millones de extranjeros. La decisión causó   impacto en Latinoamérica, procedencia de una  parte  de esos llamados “residentes clandestinos” que también son  refugiados económicos. Gente forzada a residir fuera de sus países.

Una repatriación masiva de hispanoamericanos  incluyendo dominicanos, sería   un revés económico  y social para esta nación  pues nuestros emigrantes mantienen nexos con su  patria,  relación  que hace fluir  vitales remesas. Irónicamente, participan de  esta   política contra  inmigrantes gobiernos de naciones amigas que cooperan con el Estado y la sociedad en  esfuerzos binacionales  para enfrentar algunos de nuestros  problemas sociales. ¿Y entonces?

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