Los factores encarecedores del costo de la vida en varios renglones han declinado a nivel mundial a pesar de que la guerra continúa pero ahora sin colapsos de logística ni repercusión severa sobre precios energéticos. Pero innúmeros bienes de consumo atraviesan un puente de intermediación que se está saliendo con la suya; que con unilateralidad tiene subida su rentabilidad a costa de los compradores, llevándoles a pagos altos no solo por artículos de primera necesidad sino por muchos otros importantes para desenvolvimientos personales y hogareños. Caerle atrás a la nociva tendencia alcista es tarea cuesta arriba por no existir reales controles de precios.
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La ley debería ser esgrimida con análisis de costos y beneficios hacia demostrables maniobras especulativas; comportamientos de megalucros que en este momento aparecen arreciados muy en perjuicio de hombres y mujeres de trabajo de ingresos estancados o sometidos a las precariedades de la informalidad. La mayoría de los dominicanos obtiene el sustento a la buena de Dios, sin protección de salarios mínimos ni de la Seguridad Social.
Sin concreta identificación de abusos en canales de intermediación, que a veces incluyen concertaciones a varios niveles del libre comercio, no sobrevendrían sanciones ni habría auténtica defensa de los intereses del pueblo llano. Se advierte que el agio sin restricción logra campear por su respeto para hacer elevar los precios hacia lo prohibitivo con graves efectos para la economía popular.