Amabilidad con H

Amabilidad con H

Cuando era más joven (porque nada ni nadie me hará decir “menos viejo”) leí la novela “Amor se escribe sin H” del español Enrique Jardiel Poncela y me resultó interesante su análisis en el sentido de que todas las cosas importantes se escriben con H y la palabra “amor” no, siendo esto el fundamento para que, dentro de la trama novelística, un personaje le dijera a otro que no valía la pena sufrir por amor porque era de las cosas irrelevantes en el mundo. La obra menciona palabras como hombre, humanidad, honor, hogar, humor, hermano y muchas otras como Hacedor supremo, o Dios, que justifican su planteamiento.

Si en algún momento yo decidiera hacer vida política, comenzaría por estudiar al personaje Amable Aristy Castro, pues, no sin razón, algunos bromean señalando que, su liderazgo hegemónico en la provincia La  Altagracia ha provocado que, después de las pasadas elecciones, nuestro país haya quedado “morado, con la punta roja”, fenómeno que se ha producido tantas veces (la punta roja) que amerita estudio especial.

Lo cautivante de don Amable no está basado solamente en la repartición de salamis, cerdos y gallinas; hay algo que convence a la gente para elegirlo y reelegirlo y creo que no solo se trata de la amabilidad que honra su nombre, sino también de una “habilidad” especial como político; de ahí la sugerencia de insertar una H para crear la palabra “amhabilidad” y tratar de ver si algún estudio nos revela la respuesta a una pregunta con cinco haches que sería: ¿Por qué los habitantes de Higüey honran habitualmente a un mismo hombre?

Sin dudas, Amable sabe hacer política, ganar votos y reelegirse.

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