Amables lectores: ¡Conozcan a Abud el Rana!

Amables lectores: ¡Conozcan a Abud el Rana!

Hubo en esta tierra una etapa de extremas valentías, en que con arietes de acero fueron golpeados los muros del templo de la historia. Durante esa etapa que con asombro América nos contempló, aquí los valientes se multiplicaron. Y en esas briosas jornadas, los hombres entrenados por el italiano Illio Capozi se inscribieron en las páginas de la historia. Esos fueron “los hombres-ranas” que comandaba el coronel Manuel Montes Arache. Cuando éste tuvo que salir del país en enero del 1966, los hombres-ranas quedaron a merced del “Acta de Reconciliación”.

En verdad: Ellos quedaron a la buena de Dios. Algunos pudieron emigrar, otros padecieron calamidades. Y algunos hasta perdieron la vida.

Por ejemplo: El rana de apellido Germán, que se fue a vivir con su familia a Piedra Blanca, cerca de Bonao.

El rana Alcides Germán, una noche fue secuestrado por “unos desconocidos”, que para tal fin viajaron de la capital. Y al rana secuestrado hubo que darlo por “desaparecido”. En el título se hizo alusión a “Abud el rana”.

Y de eso decimos que: José Antonio Abud, un hombre-rana, durante veintidós meses tuvo que vivir una combinación terrible de odisea y de vía crucis.

Contra este patriota nunca recordado se enmarañó tanta ruindad y tanta felonía, que hasta Caifás y Judas se avergonzarían. El día 13 de noviembre de 1966, viajando Abud acompañado de su esposa, en el “Cruce de Rincón”, el carro en que iban fue detenido. Unos “gendarmes, del oprobio” lo sacaron del vehículo, lo encañonaron. Y ese 13 de noviembre del 1966 lo acusaron de “comunista”.

Nueve días después, o sea el 22 de noviembre del 1966, tuvo que abandonar su casa de Fantino. Seguían llamándolo ¡“comunista”!

Calificativo que entonces significaba sentencia de muerte. Un hermano de él vio como unos “patibularios” que andaban armados, merodeaban en torno a su casa, merodeaban la vivienda. Y lo hacían del modo y de la manera como el tigre y el jabalí saben hacerlo.

Y el día 3 de enero de 1967 le cayeron a tiros a la casa. Luego Abud pudo apreciar que dos malandrines le seguían los pasos. Por medio de la prensa él pidió que lo ayudaran a salir del país. Alegó que quería irse porque ya aquí su vida, seguro estaba, que no valía nada. El día 31 de agosto de 1967 dio a luz la esposa de Abud. Él fue a verla y unos malhechores le dieron una tremenda golpiza por “comunista”. Un hermano de él, de nombre Ramón, relató que los que se ensañaron contra su hermano eran como doce. Lo acusaron de porte ilegal de arma de fuego y se pasó ciento ochenta días encarcelado. Finalmente el 30 de agosto de 1968 un escopetazo por la espalda, con cartuchos preparados con bolas de acero o “rulemanes”, lo hizo caer de espalda al suelo y cara al cielo. El “rana” Abud, solamente dijo: “Los Castaños me traicionaron”… y expiró.

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