Amagar y no dar

Amagar y no dar

No hay dudas que fuimos testigos de una entretención mediática montada por la Procuradoría General de la República en las pasadas semanas, en torno a los actos de corrupción cometidos por la empresa brasileña Odebrecht. Su objetivo era tranquilizar a la opinión pública y a la espera de que la atención, como todo lo que ocurre aquí que tenga un matiz político, se diluya con el no hacer nada hasta que explote un nuevo escándalo.
Sin embargo el anuncio de que ya la Odebrecht realizó un pago inicial de $30 millones de dólares a cuenta de los $184 millones acordados para pagar la diferencia en ocho años, revela que se ha llegado a un acuerdo conveniente para las finanzas del país. No obstante las investigaciones no deben de suspenderse hasta que los culpables del desfalco paguen por ese robo. Que ellos no crean que si ya Odebrecht pagó por ellos ya están libres de pecado y poder disfrutar de la inmensa fortuna lograda por sus enlaces políticos para conseguir las obras.
Pero la envergadura del caso de corrupción que involucra a varios países del continente obliga a las autoridades nacionales a proceder sin la acostumbrada indolencia. No funciona el guante de seda que saben imponer a cada caso para no llegar a ningún lado y proteger a los funcionarios corruptos.
Por varias semanas los dominicanos vimos la llegada a las instalaciones de la Procuradoría General de la República en la pasarela roja, como los periodistas bautizaron el desfile, a las personalidades que fueron funcionarios de los pasados gobiernos.
De ante mano se presumía que de tales interrogatorios nadie iba salir para la cárcel. Se trataba de aplacar una inquietud de que la justicia dominicana no quería sumergirse en un caso de soborno admitido por la misma Odebrecht. Y es que los otros países del continente, afectados por el proceder de los brasileños habían emprendido acciones de investigación muy serios. Estos han llevado a la cárcel a funcionarios de esos países.
Por cuanto y con pocos deseos la justicia dominicana decidió enfrentar el caso, llamando primero a los representantes de la Odebrecht y a los funcionarios dominicanos que manejaron los contratos desde el 2001. Y estos en formal romería llegaban a la Procuraduría con carritos llenos de documentos y llamaba la atención que los funcionarios en ejercicio eran los que llevaba más papeles para ser revisados. Luego siguió el desfile de quienes había sido altos funcionarios. En algunos casos fueron objeto de maratónicos interrogatorios con almuerzo y cena incluidos.
El abasto de contratos y otros documentos era algo teatral para llamar la atención ya que las maniobras dolosas se cometen de otra forma que casi no dejan rastros. Y al menos que no se lleve a cabo una auditoría forense, no es posible detectar las alteraciones que se hacen en los presupuestos para inflarlos y darle cabida a la coima que se va a repartir.
En las construcciones dominicanas de la Odebrecht el gobierno debió tener un buen cuerpo de supervisores para llevar en detalle la ejecución racional del presupuesto original. Lo más importante para justificar las variaciones y aumentos que alterarían el presupuesto original. Debían conocerse las justificaciones de los cambios para autorizarlos y aprobar tales cambios. Pero ocurrió que las obras todas elevaron su costo final muy por encima del 50% del valor original contratado. Eso fue un generoso aporte para los funcionarios y políticos que recibieron esa lluvia de dinero que se invirtió en muchas cosas. Hasta han servido para financiar campañas políticas.
Hurgando en los documentos y contratos es difícil determinar las manipulaciones de las cubicaciones en donde se podían insertar las trampas llevadas a cabo con los volúmenes de obra construida. Las partidas preferidas para ocultar grandes variaciones son las de movimientos de tierra en las carreteras, tanto en corte como rellenos o terraplenes. También la perforación de túneles y en los grandes volúmenes de hormigón o de relleno especial en las grandes presas.
Aparentemente ninguno de los interrogados en la primera fase tenía nada que ocultar. Por eso se les veía muy tranquilos al salir por la pasarela roja de la justicia. De seguro que se profundizarán los interrogatorios e investigaciones. No es de extrañar que se invite al personal de las oficinas supervisoras de las obras de Odebrecht, si es que existen, para que expliquen la razón de los extraordinarios aumentos del valor de las obras y la justificación de tales aumentos.

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