Amaia y el frenesí de servir

Amaia y el frenesí de servir

Amaia es la síntesis y el desideratum profundo que palpita en algunas personas por servir al prójimo, avis rara en los especímenes humanos idéntico a ciertas especies de la vida vegetal y animal, en peligro de extinción.

Francesqua Matheson perfila ese sustrato hondo en Amaia y la identifica en el áspero universo verde de los cañaverales dominicanos y traduce ipso facto su temática al advertir que abrevó en Ramón Marrero Aristy en su estremecedora OVER.

En tan sólo trece páginas, describe con una prosa directa, desgarrante y desoladora, el fenómeno social de la aventura en las yolas que en una peligrosa travesía de 120 kilómetros de mar infestado de tiburones y la Coast Guard de los Estados Unidos, intentan ganar las costas de Mayagüez, Puerto Rico.

Ambos peligros no consiguieron amedrentar a Amaia en procura de con su odisea temeraria y altamente riesgosa, obtener los recursos económicos para ponerlos a disposición  de Alexandra para que recuperara su salud minada y perdida por la tisis.

Idéntico al chorro de un líquido en un colador, está diseminada la concepción en muchísimos, como resalta la cuentista en ciernes que: “Permanecer aquí es resignarse a no tener una oportunidad mejor”, cuando con una pequeña iniciativa ayuntada con reducidos recursos económicos, es posible establecer un negocio propio con el auxilio de MYPIMES.

“Permanecer aquí es resignarse a no tener una oportunidad mejor”, se inscribe en el fatalismo y el pesimismo dominicano profundo y abisal que encarnan José Ramón López, Américo Lugo y Francisco Eugenio Moscoso Puello.

“Permanecer aquí es resignarse a no tener una oportunidad mejor” es la tesis derrotista que niega que RD crece y se desarrolla, aún sin la premura y la prisa que muchos reclaman para solucionar sus destinos inmediatos o mediáticos, como se estila etiquetar hoy. Pero es un colador sicológico válido.

Es el imperio del grito de la juventud ante la ineficiencia del stablisment.

Cuando Amaia exclama a Xavier entre resuelta y pesarosa, altiva y solidaria: “Condiciones inciertas vivimos ahora. ¿Cuál es la certeza en la vida? ¿Qué cosa es la certeza? ¡Dime, dónde vive la certeza, e iré a buscarla!”, traduce un impulso solidario y un grito desesperado en procura de obtener los recursos para salvar a Alexandra, su hermana a quien ama intensamente.

También, asir la tabla del náufrago que somos todos  en esta vida.

En una coyuntura gemelo a la pasión solidaria de Amaia, Silvio Torres Saillant nos ilustró profundo en su obra El Retorno de las Yolas, y la noria de un suplicio inconcluso que el historiador Frank Moya Pons, en el prólogo de esa magistral obra nos refiere con terrible admonición referente a “el espejo roto de su identidad”, en alusión a los dominicanos de la diáspora.

Aparte de que presumo hace una escritora con el debut de este cuento que es Amaia, de un manejo de diez editado por Cuentos del Taller de Escritura Creativa, reitero mi convicción en el sentido solidario que conduce el accionar conductual y efectivo de Francesqua Matheson. Porque la conozco.

Porque Francesqua Matheson es mi hija…

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