«Amanecerá?…»

«Amanecerá?…»

Tomo prestado el título del editorial del 15 de agosto de 1922 escrito por la periodista y maestra normal Petronila Angélica Gómez: «Amanecerá?…», en la revista Fémina. Su voz es la alerta de las mujeres preocupadas por el Tratado para la desocupación del país por las tropas estadounidenses, que solo un selecto grupo de hombres –a quien llama «ilustres compatriotas»- firma con el ejército interventor.
Las dudas sobre el nuevo intento de restablecer la soberanía arropaban todos los sueños, planes y esperanzas de quienes habitaban el país en la época, puesto que, en múltiples ocasiones anteriores, lo concertado no se lograba y tampoco satisfacía a todos los sectores ni a las «fuerzas vivas», continuando los enfrentamientos y las muertes, más aún porque permanecía el ejército interventor mancillando la Patria.
Me sirvo de la voz de Petronila: «Cada plan ofrecido por el detentador de nuestra soberanía no ha sido hasta el presente sino una emboscada para la República». Aquella proclama la hizo irreverente, pues gran parte del país auguraba el triunfo, y pese a las celebraciones que se extendían en los ateneos la editorialista continúa manifestándose: «Pero… ¿por qué no confesarlo? A pesar de la promesa de una pronta desocupación sin menoscabo del coro nacional, ha sido hecha por hombres que merecen confianza, nosotras no escondemos nuestro recelo. Y es natural y lógico, puesto que siempre nos han mentido y engañado»…
¿Es este el sentir –de las mismas mentiras y engaños de los hombres políticos- que moviliza a la juventud que se levanta frente a la Plaza de la Bandera en este 2020? Más empoderada de los medios de comunicación tradicionales y nativos digitales, sus redes son auténticas plataformas democratizadoras, y les han permitido construir la historia de manera propia, sin intermediaciones ni banales intermediarios. Han comprendido que el avance de la democracia actual no será posible sin que exista un sistema de consecuencias para quienes administran el proceso electoral, y mucho menos sin tener la información certera de los sucesos del 16 de febrero pasado.
Petronila propulsó el derecho al sufragio que hoy se defiende en las calles y con el concierto de cacerolazos. Ella –y todas las mujeres de la época- reconocía que, pese a la «prestancia» de quienes fueron a Washington a construir un nuevo tratado, existía la fuerza oscura que siempre ha buscado mantener a dominicanos y dominicanas en la opresión. Y, es por esto que también clama: «La República, después de una larga noche y bochornosa servidumbre, ¿surgirá libre y soberana? ¿El sol de la libertad estará a punto de levantarse y deshacer las espesas tinieblas de nuestra noche pavorosa? ¿Será verdad? ¿Habrá triunfado el derecho? ¿Amanecerá la justicia?»….
Con la confianza en Dios, con la Patria en nuestros corazones, es más certero que amanezca una nueva República con la contribución reflexiva que hace la juventud movilizada en la Plaza de la Bandera.

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