Amaury Silva es tan joven que aún no concluye su carrera de ilustrador en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), pero ya parece todo un artista del pincel.

Sus creaciones tienen la calidad para proyectarlo como un profesional reconocido por hacer rostros. Aspira a trabajar en los periódicos y en los de  Estados Unidos, a donde desea viajar para perfeccionarse en una universidad.

Sus técnicas, ya sea en acuarela, al óleo o la acrílica, muestran terminaciones perfectas, inclinándose por recrear rostros. Lo primero que pintó fueron rostros, debido a que cree que dicen mucho, como la sonrisa, la humildad de una persona. Piensa en crear obras con figuras humanas.

Silva ha realizado, con un enfoque sorprendente, rostros de personajes reconocidos, icónicos, como Mahatma Gandhi, Juan Pablo II, Madre Teresa de Calcuta, Dalai Lama, Bob Marley, entre otras figura íconos del mundo. Ha pintado bodegones y cuerpos.

Tienen gran manejo de la técnica  de carboncillo sobre papel.

Es empleado privado.  Realiza una labor muy distinta a su vocación. Espera la primera oportunidad para comenzar a hacer lo que le gusta: plasmar lo que imagina. Desde hace cinco años estudia la carrera que lo ilusiona. Sus propuestas, realizadas casi todas con fines de que sus profesores evalúen el crecimiento de su formación, son ya piezas completas.

Su idea era estudiar arte plástico, pero observó que en el país tiene un campo muy restringido. “Para entrar a la plástica y tener un empleo seguro hay que ir por la publicidad, y ahí entra la ilustración”.

Optó por llevar las dos de la mano y hace este razonamiento: “La ilustración te lleva como una carrera en la universidad y también, hace plástica”.

 Se siente influenciado por el ilustrador japonés Hajime Sorayama y por el ilustrador y dibujante argentino Carlos Díez, quienes plasman cuerpos desnudos y eróticos. Como ilustrador, aspira a crear imágenes a partir de un diseño en una publicitaria, para periódicos, revistas, una película o una escenografía.