Arte San Ramón tiene una estructura organizativa y espacial que permite el funcionamiento simultáneo de dos conjuntos expositivos. En la primera planta está el centro de arte y decoración, también espacio creciente de galería, que ahora presenta a Amaya Salazar. En la segunda planta, está la galería ASR Contemporáneo, que expone actualmente a Eleomar Puente.
Es para el visitante la oportunidad privilegiada de ver a dos artistas distintos, en origen, trayectoria y estilo, pero manifestando ambos una preocupación por evolucionar en su plenitud creativa e invitar a un redescubrimiento de sus obras respectivas.
Amaya Salazar. Nuestra artista, tal vez la más identificada con el tema de la mujer, la pareja y de la familia, con una factura mixta de realismo y expresionismo, se ha entregado a una reflexión pictórica, tanto en el aspecto formal y cromático como en la integración del paisaje. Luego, si se buscaba especialmente a la pintora, esta se ha impuesto también como escultora, evolucionando igualmente en su expresión y temática: diríamos que es en la tercera dimensión, cuando ella se ha vuelto más tropical y contemporánea aun.
Amaya ha llamado a su exposición “Momentos fragmentados”, un título implicando el tiempo y el espacio, elocuente respecto a su actual proceso. Ella no nos propone la permanencia –como antes–, sino situaciones dentro de su inquietud creativa, que probablemente seguirá adelante. Así mismo, nos refiere a la composición de los cuadros, a ese espacio interior que ella fracciona con disciplina pero con una fantasía nueva, y bastante audaz, tratándose de la Amaya cuya armonía tranquila era la regla…
La abstracción y la geometría hacen su entrada positiva, y las mejores pinturas son, en el criterio nuestro, las que más integran esa nueva formulación, rebajando, suspendiendo casi los contornos de las figuras, y culminando en unidad óptica. Es evidente que Amaya se siente más libre, experimentando con los árboles y la naturaleza –no humana–.
Bingene, en su hermoso texto, subraya la importancia de los elementos de siempre en Amaya, que son la línea, la luz y el cromatismo. Compartimos su observación: creemos que la artista nunca ha destacado tanto esos componentes, “físicos” y expresivos… porque ella no prioriza ahora la representación y la armonía conciliadora.
Las esculturas de Amaya siempre nos interesaron desde su anterior filiación –¿involuntaria?– con Camille Claudel. La evolución, simultánea con la aparición del paisaje, ha oscilado entre el atrevimiento de las espigadas y contundentes palmas y las prudentes e impecables placas caladas. Asistimos a una cuarta época, muy interesante y fructífera en perspectivas de “nueva escultura”: la utilización de la resina como material.
Hay consistencia, solidez y ligereza a la vez, geometría y exuberancia, sobriedad y evocación de placer lúdico. La obra de Amaya es hoy más risueña, ¡y le queda muy bien a su diseño escultórico! Al referirnos al diseño, hemos de mencionar un exquisito dibujo, en blanco y negro, al carboncillo. Indudablemente, el paisaje inspira y libera a la autora…
Ahora bien, se siente que no son solamente “momentos”, sino un momento, una etapa, del itinerario plástico de Amaya Salazar. ¡Esperamos que continúe ensayando y experimentando, en fin que ella nos siga sorprendiendo!
Eleomar Puente. A Paula Gómez, directora de ASR Contemporáneo, le gusta ampliar su panoplia de artistas fuertes y fuera de lo común, sean todavía emergentes en sus éxitos o ya destacados en su trayectoria de reconocimientos.
En ese último contexto, ella nos revela la obra reciente de Eleomar Puente, que no había expuesto en Santo Domingo desde hace más de cinco años. Él y su padre, Omar Puente, eran artistas muy apreciados, buscados y queridos en nuestro país, con aquella profesionalidad cubana incomparable.
Como curadora de la presente muestra, Paula afirma: “En este conjunto de pinturas y dibujos que, en palabras del artista, ‘pretende plasmar una anatomía social’, se marca su interés en reflexionar sobre la condición humana, en dirigir la mirada del espectador hacia las profundidades de nuestro tiempo vertiginoso y de desplazamientos desenfrenados”.
La exposición “Belleza bajo tus pies” puede provocar sorpresa respecto al contenido de las imágenes, perturbadoras e insinuantes. Al mismo tiempo arrebata nuestra consideración estética, por su vasto repertorio cultural y aun el enriquecimiento de un conocido rigor neo-clásico, de conjunto y detalle, de espacio y composición, del dominio de la luz en la nocturnidad.
Eleomar Puente fue, desde que vimos su trabajo por primera vez, un artista comprometido, a la vez estilística, moral e intelectualmente. Entonces era una declaración, casi una declamación pictórica en contra la represión, del silencio forzoso e impuesto. Y, curiosamente, esta barbarie primitiva se expresaba con una sofisticación exquisita de la factura, ¡cual facultad indomable del creador visual!
Ahora bien, este artista, dotado de un universo y un discurso propio, hoy combate los excesos, tentaciones, peligros, injusticias, libertinaje aun, de esta nuestra época. Él evoca una aceleración tecnológica inevitable, siendo la cibernética inexorable y mucho peor que la censura.
Paralelamente, no dejamos de notar un cierto ingrediente surrealizante y decorativo, que queremos entender irónico y provocador, y no una suerte de complacencia a la contemporaneidad cuya audacia se aceptaría por el refinamiento de la excelencia pictórica. Nos referimos por ejemplo a “The Paper Queen”, y esas pinturas gemelas , “Sobre la cuerda floja” y “El malabarista del jardín”.
En el conjunto expuesto, hay dos obras maestras, el desgarrador “Homeless” y su mosaico contrastante a la vez ocultado y enfatizado por una selva real-simbólica, y “Black Bird”, una composición impresionante y nuevamente contrastante, de ritmo, desenfoque y crecimiento, tan agresivos como (des)ordenados e implacables.