Ambiciones destructoras de un país

Ambiciones destructoras de un país

Apreciados lectores, imagínense por un momento que hemos retrocedido, con todos los males actuales de petróleo caro y alimentos por igual, a los cuatro primeros años del presente siglo con la administración perredeísta haciendo todos sus desmanes, con el estallido del colapso bancario, una corrupción rampante e incapacidades por doquier, para ver cuál sería la situación del país, sin la fortaleza actual y la confianza que ha generado la administración económica y monetaria, que sacó al país de aquella nefasta etapa institucional.

Uno no tendría que ser un adivino para darse cuenta de que, bajo aquellas circunstancias, el impacto negativo de tantos problemas exteriores hubiesen precipitado al país en una vorágine de convulsiones sociales y la inestabilidad política habría afectado la tranquilidad de la población.

Pero desde agosto del 2004, la acertada administración financiera, devolvió la confianza al país, para hacerlo objeto de crédito y atractivo a las inversiones con el respaldo del acuerdo stand by con el FMI. Se estabilizó la tasa de cambio, la inflación fue de un solo dígito, las reservas del Banco Central crecieron y se fortalecieron, y el crecimiento promedio de los cuatro años fue mayor al 7% anual. Ese resultado habla a las claras que ese proceso sirvió para preparar las bases de poder enfrentar el huracán económico que ya nos envuelve, fruto de la debacle mundial de las economías de casi todos los países.

No hay dudas de que si todavía disfrutamos de paz y de estabilidad ha sido fruto de una  acertada dirección, que desde el Banco Central y de otras instancias, han logrado ser firmes en sus objetivos, pese al grito de muchos, de forma que con esa confianza permita el crecer económico, con grandes inversiones en el campo turístico, en proyectos inmobiliarios de gran costo y en empresas industriales y de comunicaciones.

No hay dudas que todo ese andamiaje consolidado de la economía ha permitido que después de la reelección del presidente Fernández, se comiencen a forjar sueños de apoderarse de instituciones que han sido responsables de la fortaleza actual de la nación. Ya se oyen los cañonazos de una artillería dirigida a debilitar el blindaje económico, desacreditando a quienes han sido responsables de ese crecimiento y confianza internacional, que nos coloca por encima de las demás naciones, a pesar del bajo nivel educativo de nuestro sistema oficial de enseñanza.

Parece que nos queremos suicidar, cuando con tanta insistencia y en una bien orquestada campaña de descrédito, se trata de desvirtuar la notable labor realizada desde el Banco Central, que ha sido responsable y garantiza al presidente Fernández la oportunidad de enfrentar con éxito los impactos de un petróleo muy caro e insumos y alimentos encareciéndose por igual. Por lo que si nos quisiéramos suicidar como nación, que se le haga caso a voces que solo han sabido medrar y enriquecerse a la sombra de los gobiernos para saciar sus ambiciones, y ya quisieran cristalizar sus sueños frustrados de mando.

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