Amelia recurre a Emilio,
aunque Juan Luis lo rechazó

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POR MANUEL EDUARDO SOTO
Qué ironía. Amelia Vega, la bellísima ex Miss Universo, decidió probar suerte en el canto y como le gusta hacer bien las cosas, decidió hacerlo de la mano de alguien que conoce los caminos del éxito en el difícil mercado internacional: el cubano Emilio Estefan. La recomendación de que lo hiciera se la hizo su tío, el no menos famoso y talentoso Juan Luis Guerra, quien es amigo del productor con sede en Miami.

Con Emilio, Vega ya tiene la mitad del partido ganado, ya que todo artista apadrinado por él cuenta con el sello de garantía de su muy respetada compañía disquera y promotora que nos ha traído nombres como Gloria Estefan, Shakira, Jon Secada, Carlos Ponce, Albita Rodríguez, Thalía, Paulina Rubio, Shalim y Luis Fonsi, entre otros.

Por lo que nadie puede dudar que a esa lista se deberá incorporar sin mayores problemas nuestra ex reina de belleza, la que si fue aceptada en el exclusivo club es porque tiene talento, ya que por muy influyente que sea Estefan en el mundo de la música, si su recomendada no da la talla, sólo le podría significar desprestigio a su varita mágica.

Lo irónico de esto es que cuando Juan Luis estaba surgiendo como una superestrella internacional de la música, tuvo en 1990 una reunión clave con Emilio Estefan en las oficinas del productor cubano en la avenida Bird Road de Miami, la cual podría haber llevado al gigantesco cantautor criollo a alturas similares o superiores a las que ostentaban Michael Jackson o Madonna.

Acompañado del presidente de su disquera, Karen Records, Bienvenido Rodríguez, de su esposa, Nora, y de su compañero en 4.40, Roger Zayas, Guerra fue recibido con los brazos abiertos por Emilio en sus lujosas oficinas, en las que también funcionaban sus supermodernos estudios de grabación.

Gloria se estaba recuperando del grave accidente de carretera de Pensilvania que la había dejado con la espina dorsal hecha pedazos y terminaba de grabar su álbum “Into de Light”, con el que volvería a la música tras la pausa que tuvo que hacer por el choque. Sin embargo, era tal la fama de Guerra en ese momento, que la diminuta diva salió del estudio donde daba los últimos toques a esa producción para saludar al nuevo rey de la música latina que los visitaba en ese momento.

Antes que los tributos de los Estefan, Guerra ya había recibido las reverencias correspondientes de otros astros como Julio Iglesias, José Luis Rodríguez y José José durante las históricas actuaciones que había hecho en el club Tropigala de Miami Beach y en los conciertos multitudinarios del Bayfront Park y en el centro de convenciones James L. Knight Center, en el centro de Miami.

En la conversación entre Guerra y Estefan—en la que estuvo presente HOY—fue que el empresario cubano le propuso producirle un álbum con todos los ingredientes técnicos que utilizaban las superestrellas como Jackson y Madonna. “Tus discos van a poder escucharse en las discothéques más famosas de París, Londres, Tokio y Nueva York sin que tengan nada que envidiarle a la calidad de sonido que tienen otros artistas más conocidos”, le dijo Emilio, pero Guerra le respondió francamente que su intención era mantener la esencia del estilo que lo había encumbrado al tope de sus colegas hispanoamericanos, nada más que eso. Incluso, le contó, no había querido traducir sus canciones al inglés porque perderían su identidad. “Como abeja al panal”, del álbum “Ojalá que llueva café”, el álbum que lo lanzó al estrellato en el mercado hispanoparlante de Estados Unidos, se prestaba especialmente para ser cantado en la lengua de Shakespeare.

Pero, eso sí, Guerra notó el interés que tenía Estefan en los sonidos caribeños—Gloria recuperaría luego la fama en el mercado latino con sus álbumes autóctonos “Mi tierra” y “Abriendo puertas”, el que incluye un merengue—y le prometió apoyarlo musicalmente recomendándole virtuosos en instrumentos difíciles como la tambora (“te puedo enviar a Chocolate”, le dijo, aludiendo al mejor cultor de ese instrumento típicamente dominicano que es la esencia del merengue), entre otros.

Juan Luis quedó tan fascinado con la acogida de Emilio, que llevado por su entusiasmo se detuvo en una concesionaria cercana de los lujosos automóviles Jaguar con el fin de adquirir uno, ya que en ese momento estaban comenzando a llegar grandes sumas de dinero a sus arcas. Desgraciadamente, sus larguísimas piernas no cabían en el modelo que probó, pero las de Rodríguez sí, terminando éste comprando uno.

Como consecuencia de ese primer encuentro de fines de 1990, Guerra acudió a la amistad que inició ese día con Estefan -con el apoyo desinteresado del reportero de HOY, quien incluso lo transportó a él y su comitiva en su modesto coche Nissan Máxima- para que su sobrina no tenga que andar dando tumbos en busca del éxito como cantante.

Qué cosas que tiene la vida. Actualmente, los colaboradores de Juan Luis se han negado a dar una entrevista a ese mismo reportero. “Juan Luis no está dando entrevistas, pero solicítamelo por escrito y veré qué hago”, le dijo su secretaria, Amarilis Germán, cuando se lo pidió hace ya varios meses a través de un e-mail, sin que haya habido una respuesta hasta ahora. El trato de esta promotora era distinto cuando manejaba la carrera de Kinito Méndez.
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El autor es periodista chileno, de larga trayectoria internacional, desde hace poco residente en el país.

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