Por SAMEER N. YACOUB 
BAGDAD (AP).- Los secuestradores de cuatro activistas cristianos amenazaron con matarlos a menos que todos los prisioneros iraquíes sean liberados de las cárceles controladas por Estados Unidos y el gobierno de Bagdad, de acuerdo con un vídeo difundido el sábado.

   El canal de televisión Al-Yazira transmitió la grabación del 21 de enero con imágenes de los cuatro trabajadores _dos canadienses, un estadounidense y un británico_ de la organización Christian Peacemaker de Chicago, que desaparecieron el 26 de noviembre.

   El grupo conocido como Espadas de la Brigada de los Justos se atribuyó la responsabilidad del secuestro.

   El presentador dijo que el grupo emitió un comunicado junto al vídeo en el que decía que era «la última oportunidad» para las autoridades estadounidenses e iraquíes de «liberar a todos los prisioneros iraquíes a cambio de la libertad de los rehenes, o de lo contrario su destino será la muerte». No se fijó, sin embargo, un plazo.

   Las imágenes de los hombres parecían grisáceas y fueron tomadas aparentemente usando la función nocturna de una cámara filmadora. Mostraron a cada uno de los cuatro rehenes parado cerca de una pared, antes de pasar a otra toma en la que permanecían sentados y hablando, aunque sus voces no se escuchaban.

   Los rehenes James Loney, de 41 años, y Harmeet Singh Sooden, de 32, de Canadá; Tom Fox, de 54, de Estados Unidos, y Norman Kember, de 74 años, de Inglaterra, habían recibido varias advertencias de funcionarios iraquíes y occidentales de que corrían un riesgo importante al desplazarse por Bagdad sin guardaespaldas.

   Mientras tanto, un líder suní condenó una serie de operativos policiales recientes en vecindarios suníes de la capital iraquí y demandó al gobierno que impida otras medidas similares. Al menos ocho personas murieron el sábado en distintos ataques en Irak.

   Jalaf al-Ilyan, integrante del Frente de Acuerdo Iraquí efectuó sus declaraciones un día después que la policía y los insurgentes se enfrentaron en el sur de Bagdad. Unas 60 personas fueron detenidas y tres murieron en diferentes áreas, de acuerdo con testigos.

   Al-Ilyan responsabilizó al gobierno saliente del primer ministro Ibrahim al-Jaafari, un chií, de lanzar los ataques y no proteger a los suníes.