Amenazas a la seguridad norteamericana

Amenazas a la seguridad norteamericana

Un reciente documento de la Casa Blanca relaciona diez actividades que constituyen amenazas a la seguridad de los EE. UU., a saber: la corrupción en los gobiernos; amenazas a la economía, la competitividad de los EE. UU. y a sus mercados estratégicos; nexos del crimen organizado con grupos terroristas e insurgentes; la expansión del tráfico de drogas; contrabando humano y tráfico de personas; contrabando de armas, el robo de la propiedad intelectual y los delitos cibernéticos.

Varias de esas amenazas se ciernen incuestionablemente sobre la sociedad norteamericana, mientras que otras parecerían ser más un problema  para otros gobiernos. Sin embargo, en un mundo cada día más global hay que reconocer que, mas allá que la critica “per se” a los Estados Unidos, se trata de un país que, como cualquier otro, tiene intereses y percepciones legítimas. 

Así, pues, no es de extrañar que las autoridades estadounidenses visualicen la corrupción en otros gobiernos como puertas de penetración para que organizaciones delincuenciales lleguen a las altas esferas de la economía, a los servicios de seguridad e inteligencia, a los sectores financieros, etc., con lo cual se debilitan los gobiernos, se hacen vulnerables y se crean crisis de gobernabilidad que afectan a todos. Cada año, de acuerdo con estimaciones muy moderadas del Banco Mundial, se invierten más de mil millones de dólares en sobornos a funcionarios públicos, los cuales contribuyen a distorsionar el libre funcionamiento de las actividades económicas legítimas.

Datos del Departamento de Justicia señalan que en el año fiscal 2010, de 63 organizaciones que se encuentran en la lista de las vigiladas y perseguidas en el mundo – abarca organizaciones del narcotráfico mundial -, 29 de ellas habían establecido estrechos contactos con grupos terroristas y como muchos de estos financian sus actividades con el tráfico de drogas y cita como ejemplo a los talibanes y a las FARC. Asimismo, narcotraficantes de la región ya operan desde África Occidental e, incluso, desde Afganistán.

El tráfico de armas es una amenaza que tiene su origen esencialmente en los propios EE. UU., generándose un trasiego hacia otras naciones que, como actualmente en el caso de México, desestabilizan a los gobiernos con un crimen organizado muchas veces mejor armados que las propias autoridades. Hace tan solo unos días tuvo que renunciar el Director de la Oficina de Control de Bebidas Alcohólicas, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de Estados Unidos (ATF) y el Procurador General de Arizona, porque fracasó una operación contra redes de contrabando de armas hacia México, dando lugar a que 1,400 armas llegasen al crimen organizado de ese país. Según la ONU, el contrabando humano desde América Latina hacia EE. UU. genera ingresos 6 mil millones de dólares. Otra seria amenaza es la Trata de personas para su explotación. Las consecuencias del robo de propiedad intelectual y  los crímenes cibernéticos son obvios.

El documento de la Casa Blanca identifica a lo que llama “facilitadores” de todas esas acciones entre los que menciona a contadores, banqueros, corredores de bienes raíces, notarios y abogados.

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