Al comenzar cada nuevo año todos dibujan el escenario en el que esperan desenvolverse, ya sea en lo personal, familiar o nacional y por ello tratamos de desentrañar, y hasta adivinar, qué tendremos a favor y en contra. En nuestro caso, como es usual e histórico, siendo un año electoral, nos arropan temores y expectativas. Sin embargo, dada la globalidad que nos envuelve, para bien o para mal, debemos intentar visualizar cuáles fenómenos geopolíticos y geoeconómicos pudieran expresarse causando impactos globales y nacionales.

Todos sabemos y vemos el explosivo mundo en el que vivimos, muy diferente al que nos prometieron hace 25 años cuando nos hablaron del «fin de la historia» y de la construcción de una «aldea global» que sería armoniosa y prósperamente administrada. Desde entonces el caos y la incertidumbre, y hasta la zozobra, se ha apoderado del mundo. Lo que suceda con Rusia que ha optado por mostrar las garras frente a escenarios que eran propios de la época de la «Guerra Fría» minimizándola como gran potencia con intereses geopolíticos; el comportamiento que realmente registre la economía china y las acciones y reacciones que se generen alrededor de los conflictos en que es parte; el desenlace de los conflictos en el Oriente Medio que van más allá del ISIS que no es sino manifestación del milenario enfrentamiento entre las corrientes islámicas entre suníes y chiitas – del cual el más peligroso potencial se encierra en el eventual enfrentamiento bélico en Arabia Saudita e Irán -. Pendiente siempre estaremos de desastres económicos que provengan de enfrentamientos que solo superaremos cuando todos, absolutamente todos, nos atengamos a un orden internacional que todos construimos pero que no todos respetamos.

Las crecientes y cada vez más agresivas violaciones en el ciberespacio, advierten entendidos, pueden provocar graves dislocaciones económico-financieras bloqueando servicios bancarios, gubernamentales e institucionales.

El FMI asegura que el crecimiento mundial será «decepcionante y desigual» en el 2016. Junto a las debilidades financieras persistentes todos se preocupan por el ciclo de alza de las tasas de interés en Estados Unidos después de nueve años estancadas en solo 0.25 % anual. Algunos pronósticos aseguran que para fines del año las tasas en EE.UU. podrían estar en 1.5 – 2.0 % lo que trastocaría seriamente varias economías que contrajeron deudas en dólares además de las consecuencias derivadas del fortalecimiento del dólar. Si a eso se une el bajo precio del petróleo afectando a las economías petroleras y el que nos acercamos al ciclo crítico de la economía norteamericana que hace prever una recesión para el 2017 que el Citi – el más pesimista de los escenarios – sitúa más cerca: en el segundo semestre del 2016. La Directora del FMI pone en el inventario de preocupaciones, además, la baja productividad que sufren algunas economías centrales; el envejecimiento de la población y la persistente crisis financiera. Sí, lamentablemente, hay más de qué preocuparse que de alegrarse.