América Latina espera se elija Papa moderno

América Latina espera se elija Papa moderno

LIMA (AFP).- América Latina espera que el próximo Papa a ser elegido en el cónclave que se inicia la semana entrante en El Vaticano se parezca más en términos ideológicos a Juan XXIII que a Juan Pablo II, afirmaron analistas consultados por la AFP.

La atribuida falta de conciencia del pontífice fallecido de la realidad social de América Latina, donde vive 44% de los poco más de 1.000 millones de fieles de la religión católica, es lo que impulsa a desear más a un papa reformista que a uno conservador.

«Se necesita un nuevo Juan XXIII, que realmente produzca un »aggiornamiento» en la Iglesia Católica» que la ponga de acuerdo con los tiempos, dijo a la AFP Luis Pásara, analista en temas religiosos de la universidad de Salamanca (España).

Agregó que «éste debe empezar por casa, planteando una serie de prioridades como el matrimonio de sacerdotes», una apreciación compartida por teólogos brasileños que consideran que el celibato no es dogma de la Iglesia y que el próximo Papa podría modificar esa tradición.

«Una modernización interna le puede permitir una mayor credibilidad y sacarla de la parálisis en que ha caído en ciertos temas, como el rol de la mujer en la Iglesia», señaló Pásara.

«La Iglesia que deja Juan Pablo II es más débil en relación a la encontró en 1978 tras la muerte de Paulo VI», sostuvo.

Explicó que «la imposición de reprimir a sectores internos la debilitó. La Iglesia ha perdido influencia externa debido a que evadió ciertas demandas del mundo moderno: sexo, eutanasia, rol de la mujer, celibato sacerdotal, que le han hecho perder legitimidad».

«La Iglesia ha perdido fuerza moral para discutir ciertos temas y, como consecuencia, su capacidad de crecimiento ha disminuido de manera importante, y su fracción de militancia y de sacerdocio ha caído brutalmente en contraste con el crecimiento de grupos protestantes o evangélicos», acotó.

«Hoy tenemos menos curas, la misa dominical se ha convertido en una antigüedad, y los feriados religiosos son grandes fines de semana laicos. Esto no es un proceso que empezó con Juan Pablo II, pero los efectos más dramáticos se han acelerado durante su papado», añadió.

Jeffrey Klaiber, sacerdote estadounidense de la orden jesuita y profesor en la Universidad Católica del Perú, se inclina también por un sucesor que sea más cercano a Juan XXIII.

«Lo ideal sería un Juan XXIII, que era muy conciente que la Iglesia había perdido contacto con el mundo moderno», señaló al aludir al inspirador del Concilio Vaticano II que modernizó la Iglesia desde la primera mitad de la década de 1960.

«América Latina necesita un Papa mucho más abierto al mundo moderno y mucho más sensible a la realidad social. Con sus visitas Juan Pablo II tenía algo de conciencia, pero nunca desde abajo», se lamentó Klaiber.

«Hay que esperar que el futuro papa sea mucho más conciente de la realidad de los jóvenes modernos y de los pobres marginados», resaltó.

Para Thomas Quigley, consejero de la Conferencia de Obispos Católicos estadounidenses, la solución de varios problemas latinoamericanos podría acelerarse en caso de un Papa progresista, especialmente si es latinoamericano.

«Un Papa latinoamericano tendría un extraordinario efecto galvanizador en la vida de la Iglesia de la región y en la región misma», dijo.

«Pero más importante, debería inyectar nueva fuerza y vida a la urgente campaña para erradicar la corrupción, debería ayudar a definir una identidad latinoamericana que haga contrapeso a una globalización que ha abierto la brecha entre ricos y pobres, y podría atraer una auténtica atención a problemas como los de Cuba, Venezuela, Haití y Colombia».

Por su parte el cardenal brasileño Claudio Hummes, quien suena como posible sucesor de Juan Pablo II, dijo que «los Papas son siempre un tiempo nuevo para la Iglesia» y el próximo tendrá tres desafíos: dar respuesta a los progresos de las ciencias biológicas, enfrentar el avance de la pobreza y proseguir el diálogo con otras religiones».

Durante sus 26 años de papado, Juan Pablo II visitó numerosas veces América Latina, donde apuntaló a movimientos conservadores como el Opus Dei y el Sodalitium Cristanea Vita, éste último en Perú y Colombia, a modo de dique de contención a la Teología de la Liberación, que nació en la región.

Esta teología suscitó sospechas y fue acusada por sectores conservadores de promover el «comunismo» cuando se esparció por América Central (Nicaragua y El Salvador), Brasil y Perú.

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