Roma.– Los países de América Latina y el Caribe siguen prefiriendo la fórmula de los subsidios para apoyar a sus agricultores locales, aunque cada vez más están invirtiendo en otras políticas que no distorsionen el mercado.
Así lo refleja un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentado hoy en Roma y en el que se estima que el 37 % de las ayudas a los agricultores latinoamericanos continúan incidiendo en los precios agrícolas, sobre todo a través de subsidios.
El experto del BID Carmine Paolo de Salvo explicó en una conferencia que América Latina y el Caribe ha ido moviéndose del apoyo a los precios de mercado hacia la ayuda directa a los agricultores mediante incentivos fiscales.
Los países analizados en el informe, excepto Argentina, transfirieron de media 26.300 millones de dólares a sus productores entre 2012 y 2014, frente a los 601.000 millones de los países ricos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Además, la región gastó 5.500 millones de dólares adicionales en servicios generales de apoyo al sector primario (los países de la OCDE destinaron 135.000 millones).
De Salvo consideró que las ayudas agrícolas de América Latina representan el 18 % del Producto Interior Bruto agrícola, un porcentaje alto que, sin embargo, es menor si se compara con el conjunto del PIB, en cuyo caso apenas llega al 1,4 %.
“La medida de apoyo agrícola más común sigue siendo la protección de los precios en el mercado, lo que lleva a una distorsión de los precios”, afirmó el especialista del BID.
Los aranceles y otras medidas para dificultar la importación de productos prevalecen, por ejemplo, en Uruguay, Perú, Ecuador, Colombia, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Guatemala.
Los subsidios han cobrado importancia en Chile, Brasil y México, mientras que en estos dos últimos también se están promoviendo políticas para facilitar el crédito y asegurar los ingresos agrícolas ante eventuales riesgos.
Chile, Perú y Uruguay también están entre los países que, según el BID, están tratando de mejorar los servicios rurales y el ambiente empresarial para los agricultores.
De Salvo precisó que, en general, “los países con una mayor población rural son aquellos que han apostado por niveles más altos de apoyo a la agricultura».
Latinoamérica se ha convertido en la mayor región exportadora de alimentos del mundo, superando a Norteamérica, y se calcula que para 2024 sus ventas netas en ese ámbito alcanzarán los 60.000 millones de dólares, tres veces más que en 2000, según datos de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).