América Latina y el Caribe: Tras desempeño ejemplar se avecinan nuevas pruebas

América Latina y el Caribe: Tras desempeño ejemplar se avecinan nuevas pruebas

Washington, DC.– Que América Latina y el Caribe sobrellevó la recesión de 2008-2009 mucho mejor que crisis anteriores es de conocimiento general. Menos conocido es el hecho que en ese mismo período la región tuvo un desempeño muy por encima del de otras regiones, con una disminución del crecimiento menor al promedio entre los países de ingreso mediano y con una recuperación más rápida y fuerte.

El crecimiento de un 6 por ciento en la región el año pasado excedió en dos puntos porcentuales la tasa de crecimiento de Europa oriental y Asia central, y en más de tres puntos porcentuales la tasa en los países de ingreso alto, según un nuevo informe.

El éxito de América Latina y el Caribe puesto a prueba, elaborado por la oficina del economista en jefe del Banco Mundial para la región.

No hay que olvidar, sin embargo, que el crecimiento en la región ha sido desigual luego de la crisis. Varios países sudamericanos – en especial Argentina, Brasil, Perú, Paraguay y Uruguay – muestran una recuperación extremadamente vigorosa, con tasas de crecimiento que superaron el 7,5 por ciento en 2010.

En contraste, la actividad económica en muchos países de América Central y el Caribe se expandió a tasas de entre 1 y 3 por ciento. En unos pocos países de la región se registraron tasas negativas de crecimiento, como Jamaica (-0,1 por ciento), Venezuela (-1,4 por ciento) y Haití (-8,5 por ciento).

Se estima que el crecimiento general del producto interno bruto (PIB) alcance un rango de entre 4 y 5 por ciento en 2011, similar al crecimiento estimado para los tigres de Asia oriental. También se espera que las tasas de inflación para este año permanezcan por debajo de los dos dígitos, entre 6 y 7 por ciento.

El informe, preparado para las Reuniones de Primavera del Banco Mundial y el FMI, también estudia con mayor detalle la naturaleza de la recuperación de países latinoamericanos en comparación con desempeños pasados y con otros países de ingreso medio. Entre las principales diferencias se destacan:

Un fuerte consumo público y privado. La demanda doméstica agregada superó al PIB en la post-crisis, al tiempo que las exportaciones netas han estado descendiendo.

Una recuperación con crédito. El cre´dito hipotecario se mantuvo firme en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Me´xico y Perú durante lo peor de la crisis y se acelero´ significativamente durante 2010.

Un repunte con empleo. En Argentina, Brasil, Ecuador, Peru´, y Uruguay el desempleo ya alcanzo´ niveles ma´s bajos que aquellos vistos antes de la recesio´n.

Una fuerte presio´n a la apreciacio´n cambiaria. El tipo de cambio real efectivo de los mayores pai´ses en la región se aprecio´ en un 18 por ciento acumulado entre su punto ma´s bajo alcanzado alrededor de marzo del 2009 y diciembre del 2010.

La recuperación vigorosa y ejemplar de la región no quiere decir que en el futuro todo sea color de rosas. Riesgos externos e internos dominan el panorama y aquellos países que muestran una recuperación más sólida son también aquellos que enfrentan desafíos de política contradictorios.

Externamente, las perspectivas para la región dependen del ritmo de recuperación de las economías avanzadas y del aumento en el precio de las materias primas. Sin embargo, el reciente desastre natural y nuclear en Japón y las derivaciones de los disturbios políticos en Medio Oriente y África septentrional presagian condiciones económicas menos favorables.

Internamente, enfrentados a desafíos como la inflación, apreciación de la moneda local y perspectivas de un sobrecalentamiento económico, los bancos centrales deben encontrar un balance adecuado entre, por ejemplo, mantener la tasa de interés lo suficientemente elevada como para contener la inflación, pero no tan alta que termine atrayendo capitales especulativos del exterior.

“Hoy más que nunca, estas complejidades requieren de políticas extremadamente hábiles,” dice el economista en jefe del Banco para América Latina y el Caribe, Augusto de la Torre. “Contrariamente a la opinión generalizada, la calidad de la política macrofinanciera está puesta a prueba de manera más sutil, y tal vez más severa, en medio del actual escenario optimista.”

La actual combinación de políticas económicas parece estarse volcando de manera excesiva hacia la política monetaria, sin suficiente respaldo del lado fiscal. Especialmente en países que están obteniendo ganancias extraordinarias de las materias primas, aumentar los ahorros fiscales, sin hacer peligrar los programas sociales, será esencial para reconstruir los diques de contención que ayudaron a la región a manejar la crisis de manera correcta, plantea el informe.

Obtener el balance apropiado de políticas públicas, aunque esencial, no será suficiente para mejorar las perspectivas de crecimiento a largo plazo. Para los países de la región, dichas perspectivas siguen siendo esquivas y, de hecho, serían impensables si la región no hubiera alcanzado la estabilidad macroeconómica que se da ahora por sentada y empezado a revertir niveles de desigualdad sin parangón.

Desde 1995, el coeficiente de Gini, una medida de la desigualdad en el ingreso, cayó de 0,57 a 0,53, y la proporción del ingreso en manos del 10 por ciento más rico de la población disminuyó de 46 a 42 por ciento. En la última década, la región también sacó de la pobreza a más de 50 millones de personas. Más aún, durante la recesión, la pobreza general no se disparó y la tendencia a la baja de la desigualdad se mantuvo.

Para poder mantener estas conquistas sociales y alcanzar una tendencia de crecimiento más robusta, los gobiernos de América Latina y el Caribe necesitan atender obstáculos estructurales a un mayor crecimiento, invirtiendo en infraestructura, innovación y capital humano a través de mayor cobertura y calidad en la educación y la salud, concluye el informe.  Allí donde sea pertinente, la política fiscal también debería ampliar los programas de asistencia focalizada a los más necesitados. Hoy en día, uno de cada cuatro niños de la región todavía vive en la indigencia.

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