América tiene una buena razón para preocuparse sobre Grecia

América tiene una buena razón para preocuparse sobre Grecia

Clive Crook
A finales de la semana pasada, Estados Unidos observó fuertemente a Grecia y estuvo atemorizado. Una economía tan pequeña no puede estar trayendo abajo a toda Europa y aún amenazar la explotación del euro, pero así es. Lo que comenzó como la crisis financiera de E.U. sumergió a Europa en recesión; ¿Estuvo Europa cerca de retornar el cumplido? ¿Que comenzaron a pensar los americanos, que los problemas de Europa les dicen acerca de los mismos suyos?

La causa de la presente crisis, la deuda pública griega, ha despertado temores de una crisis de deuda soberana más amplia y sopesó la preocupación acerca de los préstamos del gobierno de E.U. Más inmediatamente, los inversionistas están preguntando, ¿qué sucedería si la Unión Europea se mantiene creando un malestar del problema? ¿Habría una segunda crisis bancaria europea, e infectaría esto el sistema financiero de E.U.? Aunque la respuesta es no, la recuperación de E.U. está todavía frágil. La economía no sería inmune a otra depresión en la demanda de la U.E.

Estos temores pueden ser exagerados, pero ninguno es infundado. En cualquier caso, los temores no tienen que ser bien razonados para hacer una mala situación aún peor y justificarse ellos mismos. La línea de alarma menos sustancial es Grecia como precursor fiscal. E.U. no debe ser Grecia, dicen los pesimistas, pero California sí podría serlo. Este es un estado que está muy apretado de dinero y que recientemente recurrió a pagar a sus trabajadores con pagarés antes que con dinero. (Si eso no es quiebra, será la mejor alternativa). ¿Puede California hacer a E.U. lo que Grecia está haciendo a la U.E.?

La respuesta es, que eso es poco probable. California es una economía mayor: en ese sentido su problema está en una escala más grande. Pero sus deudas y déficits son endebles comparado con las de Grecia. Otras defensas y válvulas de seguridad, que notablemente faltan en Europa, están a mano: un gobierno activista federal, un banco central conformista y una divisa que no puede concebiblemente dividirse.

El paralelo no puede ser ignorado totalmente. Un país cuyo gobierno toma prestado más allá de su capacidad debe eventualmente pagar el precio. Grecia enseña esa lección, en caso que cualquiera la haya olvidado, y en E.U., algunos ya lo han hecho. Pero la mayor preocupación para E.U. por el momento no es que Europa muestre hacia donde se está dirigiendo, sino esos efectos secundarios de Grecia, y cualquier creciente emergencia aplastará su reciente recuperación.

Estas influencias están empujando en direcciones opuestas. Un vuelo a la seguridad desde los mercados europeos trae a los inversionistas de regreso a los acuerdos de E.U. e impulsa las tasas de interés hacia abajo. Por otro lado, esto deprime el euro, el cual hace las exportaciones de E.U. menos competitivas en un mercado crucial. Si la recuperación económica de Europa, la cual está tanto débil como demorada, según se compara con la de E.U., debe fracasar totalmente, E.U. no será inmune. El contagio financiero es el otro gran riesgo. Suponga que Grecia quiebre. Eso esparcirá las pérdidas a lo largo del sistema bancario europeo.

La presión de quiebra puede aumentar en otros países europeos, comenzando con Portugal y España, pero tal vez se extienda adicionalmente. Justamente cuán gravemente los bancos de E.U. y las entidades no-bancarias están expuestos a estos riesgos, directamente, o a través del intercambio de deudas y otros derivados, puede que no esté claro hasta que esto realmente suceda.

Cualquier nueva ola financiera se estrellará sobre el gobierno de E.U. cuya capacidad fiscal está totalmente agotada y un país cuya capacidad de rescate a los bancos está exhausta.

Hasta ahora, E.U. ha querido pensar que Grecia era un problema europeo que podía ser dejado para que la Unión Europea lo resolviera. Ambas partes de esa suposición se han tornado equivocadas. En días recientes, la administración dijo que está presionando por una resolución más rápida del desorden griego, y la participación del Fondo Monetario Internacional  en el convenio para suministrar nuevos préstamos, dada la postura formal de E.U. en el asunto. Todavía el problema no está ni cerca de ser resuelto.

El programa de ajuste entre la U.E.-FMI para la mejora de Grecia sobre la anterior posición de la Unión Europea de que Grecia debe costear sola todos los costos de sus problemas, pero no por mucho.

Los contribuyentes europeos e internacionales están ahora también en apuros. Sin embargo, los acreedores de Grecia no lo están, lo que es errado.

En parte por esa razón, el nuevo plan es casi tan ilusorio como el antiguo. Como argumentó Arvind Subramanian la semana pasada, esto implica tres años de agobiante austeridad, al final de la cual la floja economía de Grecia tendrá que soportar una deuda pública bastante más grande que la de hoy. (Esto es, asumiendo que las cosas vayan bien.) El plan no resuelve nada. Es una acción a lo mejor dilatoria, y una muy desesperada. 

La quiebra luce aún más probable. Ésta puede ser planeada, con ciertas esperanzas de mantener las cosas de manera ordenada. Aunque la mejor oportunidad para eso actualmente ha sido perdida. O ésta puede ser inesperada, después de un periodo de adicional negativa en el cual el problema empeoró. Note la ironía. La sabiduría popular sostiene que los mecanismos de temprana resolución son una necesidad para los bancos y las instituciones no-bancarias que están en quiebra: la clave es ponerse frente al problema. Pero una lógica similar se aplica a los angustiados gobiernos, especialmente donde compartir el malestar con los acreedores es de preocupación. Esta lección, evidentemente, tendrá que ser aprendida de nuevo.

La pregunta más fuerte es, si a pesar de todo la quiebra de Grecia resolverá las dificultades de Europa. Mi propuesta sería que no. Grecia tiene un enorme déficit de presupuesto primario. Al menos por un tiempo después de que una reestructuración de deuda luche por encontrar entidades crediticias. Incluso con sus deudas amortizadas a menor costo, ésta enfrenta un periodo de austeridad fiscal que sea desgarrante a lo mejor y políticamente imposible a lo peor, con ningún banco central que apoye la demanda, y que ninguna de sus propias divisas se devalúe.

La Unión Europea dice que la quiebra debe ser evitada a cualquier costo. Yo digo que la quiebra sucederá.

La U.E. dice que la salida del euro no es una opción. Yo no contaría con eso tampoco. En cualquier caso, E.U. tuvo mejor freno.

Las claves

1.  Preguntas

Los inversionistas están preguntando, ¿qué sucedería si la Unión Europea se mantiene creando un malestar del problema? ¿Habría una segunda crisis bancaria europea, e infectaría esto el sistema financiero de Estados Unidos ? Aunque la respuesta es no, la recuperación de Estados Unidos  está todavía frágil.

 2.  Problema solo de UE

 Hasta ahora, Estados Unidos ha querido pensar que Grecia era un problema europeo que podía ser dejado para que la Unión Europea lo resolviera. Ambas partes de esa suposición se han tornado equivocadas.

La Unión Europea compra su propio tiempo

  Wolfgang Münchau

Al final, no hubo alternativa. Enfrentada a una amenaza existencial, la Unión Europea ha demostrado que ésta puede actuar rápido en caso de que sea necesario. Los líderes europeos merecen respeto por finalmente ponerse delante de la situación. 

Ese dicho, nosotros también debemos darnos cuenta de que tirando dinero al problema, mayormente en la forma de garantías de respaldo, la U.E. simplemente ha comprado su propio tiempo para sortear el desorden de gobernación de la eurozona. La prueba real todavía está por llegar.

Hay importantes paralelos para las garantías de la U.E. para el sector financiero en octubre del 2009 siguiendo al colapso de Lehman Brothers. Esa decisión, también provocó una dramática sesión durante el fin de semana, resolvió un problema de liquidez inmediato del sector europeo que estaba al borde de una depresión. Pero la decisión no manejó ni puede manejar la subyacente posición de solvencia del sector, que todavía dos años más tarde es un problema.

Lo mismo aplica aquí. Sabemos ahora que Grecia, Portugal y España siempre serán capaces de refinanciar su deuda gubernamental, pero la posición de solvencia a largo plazo del estado español queda sin cambio. El sector privado está masivamente endeudado. Los precios de los activos que sirven de garantía están todavía cayendo. El gobierno español, como garante del sector bancario, tendrá que cargar con las crecientes deudas en un momento de estancamiento del crecimiento económico. Debemos recordar que la solvencia primeramente no está relacionada a la capacidad de los mercados financieros de prestar. Eso es liquidez. Se es solvente cuando se puede estabilizar la deuda según la proporción de ingresos. La posición de solvencia de Europa meridional de ese modo no es afectada por los miles de millones. Así que este trato será inefectivo más allá del muy corto plazo, a menos que este sea seguido por sustantivas reformas, como por ejemplo la introducción de un simple acuerdo europeo, una agenda para coordinar las reformas económicas con específica relevancia para la unión monetaria, políticas para reducir los desequilibrios económicos, una supervisión mucho más estricta de las políticas fiscales que actúen bien antes que los presupuestos hayan sido anunciados, y, en  mi opinión, también una semilla de una unión fiscal, en esencia todas las cosas sobre las cuales la U.E. ha estado, y todavía está, por desmentir. 

Es mi juicio que cualquiera de los puntos antes expuestos suceda. Así que yo quedo escéptico acerca de las perspectivas de la eurozona a largo plazo.  

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE  ROSANNA CAPELLA

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