Amigas, amigos

Amigas, amigos

COSETTE ALVAREZ
Cuando el amor honesto y sincero se hace hábito en alguien, decimos que se quiere con un amor de amigo. El amor de amistad se coloca decididamente fuera del ambiente familiar y se aparta del color sexual. Según Santo Tomás, el amor de amistad es un amor perfecto: “La amistad es un amor recíproco que realiza la unión de dos voluntades, y por ello la de los sujetos. En el orden humano, cada uno de los amigos considera al otro como a sí mismo, quiere el bien del otro como el suyo, siente las alegrías y las penas del otro como las suyas, busca por último la presencia del otro, porque es una alegría igual para ambos”.

Debe ser por eso que San Agustín, al hablar de la muerte de su más íntimo amigo, decía que era “la mitad de su alma”: “porque yo sentí que mi alma y la suya no eran más que una en dos cuerpos, y por eso me causaba horror la vida, porque no quería vivir a medias, y al mismo tiempo temía mucho morir, porque no muriese del todo aquél a quien había amado tanto”.

En honor a mis amigas, reproduzco este envío de autoría anónima, que pretende demostrar científicamente que la amistad entre mujeres tiene un activo ingrediente hormonal. Antes de proceder, agrego que me gusta saber que no nos basamos en los chismes, admitiendo todo lo energizantes que son. También les recuerdo mi fe ciega en que el estrógeno no serviría para nada sin la testosterona. Y espero que este estudio no intente prepararnos para futuras ventas de oxitocina en jarabe, en ungüento, en inhalador, que felizmente nosotras no necesitaremos.

“Un estudio publicado por la Universidad de Los Ángeles, California, indica que la amistad entre mujeres es verdaderamente especial. Se descubrió que las amigas contribuyen al fortalecimiento de la identidad, protección de nuestro futuro. Constituyen un remanso en medio del mundo real, lleno de tempestades y obstáculos. Las amigas nos ayudan a llenar los vacíos emocionales de nuestras relaciones con los hombres y nos ayudan a recordar quienes somos realmente.

Después de 50 años de investigaciones, se identificó que existen sustancias químicas producidas por el cerebro que ayudan a crear y mantener lazos de amistad entre las mujeres. Los investigadores, hombres en su mayoría, se sorprendieron con los resultados de los estudios. Cuando la hormona oxitocina es liberada como parte de la reacción de las mujeres frente al estrés, ellas sienten la necesidad de proteger a sus hijos y de agruparse con otras mujeres; cuando pasa eso, se produce una cantidad aún mayor de oxitocina, que reduce el estrés más agudo y provoca un efecto calmante.

Estas reacciones no aparecen entre los miembros del sexo masculino porque la testosterona, que los hombres producen en altas cantidades, tiende a neutralizar los efectos de la oxitocina, mientras que los estrógenos femeninos aumentan la producción de esta hormona.

Luego de repetidos estudios, se demostró que los lazos emocionales existentes entre las mujeres que son amigas verdaderas y leales, contribuyen para una reducción de riegos de enfermedades ligadas a la presión arterial  y colesterol. Se cree que ésta puede ser una de las razones de que las mujeres viven generalmente más que los hombres. Las mujeres que no establecen relaciones de amistad con otras mujeres no muestran los mismos resultados en su  salud. Así pues, tener amigas nos ayuda no solamente a vivir más, sino también a vivir mejor.

El estudio sobre la salud indica que entre más amigas tenga una mujer, mayor es la probabilidad de que llegue a vieja sin problemas físicos, llevando una vida plena y saludable. En este mismo estudio se observó también cómo las mujeres superan un  momento crítico como la muerte del cónyuge y se percibió que las mujeres que podían confiar en sus amigas reaccionan sin enfermedades graves y se recuperan en un lapso de tiempo menor que aquéllas que no tienen en quien confiar. El estudio concluyó que la amistad entre las mujeres constituye una fuente de fuerza, bienestar, alegría y salud.”

Aunque siempre lo supe, ahora entiendo mejor cómo y por qué he sobrevivido a las tantas temporadas difíciles que me han tocado y me tranquiliza saber que saldré viva de las que me faltan: tengo amigos y amigas, de insuperable calidad. Con razón, a pesar de tanto embate, por encima de tanta inseguridad, de las carencias, del miedo, me siento fuerte, bien, alegre y saludable.

Gracias a todos y a todas por mantener mis niveles de oxitocina tan altos siempre, y en particular, ahora como nunca, a los varones que han resultado más desinteresados: si damos por cierto que la testosterona les neutraliza la producción de oxitocina, a diferencia de las hembras, que de alguna manera pueden empatar (retroalimentar, como se dice ahora) debido al estrógeno, ellos no. Entonces, para ellos, “Amigo mío”, de Antoine De Saint-Exupéry:

“Amigo mío, ¡tengo tanta necesidad de tu amistad! Tengo sed de un compañero que respete en mí, por encima de los litigios de la razón, el peregrino de aquel fuego. A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor prometido, y descansar, más allá de mí mismo, en esa cita que será la nuestra. Hallo la paz. Más allá de mis palabras torpes, más allá de los razonamientos que me pueden engañar, tú consideras en mí, simplemente al Hombre (ser humano, supongo), tú honras en mí al embajador de creencias, de costumbres, de amores particulares. Si difiero de ti, lejos de menoscabarte, te engrandezco. Me interrogas como se interroga al viajero. Yo, que como todos, experimento la necesidad de ser reconocido, me siento puro en ti y voy hacia ti. Tengo necesidad de ir allí donde soy puro. Jamás han sido mis fórmulas ni mis andanzas las que te informaron acerca de lo que soy, sino que la aceptación de quien soy te ha hecho necesariamente indulgente para con esas andanzas y esas fórmulas. Te estoy agradecido porque me recibes tal como soy. ¿Qué he de hacer con un amigo que me juzga? Si todavía combato, combatiré un poco por ti. Tengo necesidad de ti. Tengo necesidad de ayudarte a vivir”.

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