¿Amigos o enemigos de la democracia?

¿Amigos o enemigos de la democracia?

El deber de los demócratas es cuidar y defender su sistema así como todo aquello que lo hace posible. Transparentar y cuidar todas sus actividades. Hacer lo mismo que se hace con las maquinarias, edificios, vehículos, enseres domésticos, industriales o herramientas; mantenerlas limpias, aceitadas, libres de impurezas, en lugares donde no puedan recibir sustancias que las corroan; dotarlas de todas las cosas indispensables para que siempre se mantengan en buen estado y funcionen bien; promoverla para justificar su eficiencia y evitar las cosas que la desacredite o devalúe.

Resulta sumamente preocupante la posibilidad de la participación real del narcotráfico en cualquier tipo de actividad, pero especialmente las políticas. En tal sentido, lo que deberían hacer las autoridades, especialmente aquellos que tienen como responsabilidad servir de rectores de los procesos y entes de equilibrio político partidario, es el establecimiento de medidas y controles que eviten al máximo cualquier posibilidad de que algún aspirante pudiera recibir inyección de recursos contaminados que empañen, no solo los procesos, sino consecuencialmente sus elecciones en cargos donde puedan representar peligro en cualquier aspecto para la nación.

Ante el peligro que ello pudiera suceder, más que crear un escándalo con repercusiones inimaginables, lo recomendable sería ofrecer datos específicos. Resultaría la mejor forma de evitar la posibilidad de que algún candidato pudiera ser penetrado por el germen nocivo del narcotráfico. 

Lo que deberían hacer los que viven del sistema democrático, especialmente los propios partidos, el gobierno, el Congreso y todos los organismos que son consecuencia de ellos como la justicia y las autoridades electorales, es tratar de mantener limpios e incólumes sus entornos y ponerles muro de contención al financiamiento de sus actividades; elevando su nivel, pero a su vez defendiéndolos de los que pudieran atentar contra él, sea porque no creen en la democracia, o porque actúen como si lo fueran.

No se le hace ningún favor al sistema democrático ocultar detalles como todo lo que pueda servir para detectar delincuentes nacionales o internacionales. Hacerlo con prudencia y tecnicismo para que los resultados sean contundentes. Crear mecanismos rígidos; establecer normativas con los propios partidos y la sociedad en general, para evitar contaminaciones indeseables, pero teniendo cuidado en crear dudas o desánimo en la población nacional y descrédito internacional, más allá de lo debido.

Lamentablemente nuestra democracia en muchos aspectos resulta tan elástica y confusa, que les permite e incluso les paga a políticos y a funcionarios para que atenten contra su propia existencia: cometiendo actos de corrupción, irrespetando, abusando, atropellando, delinquiendo o llevando a cabo actos que empañen su esencia. La denuncia y la preocupación ante tal posibilidad representa un gran aporte, pero ofreciendo datos concretos y actuando con firmeza, pues si solo se crea una gran nebulosa, la gente comenzará a dudar de todas las instituciones. ¿Y después que?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas