Amistades peligrosas: vida riesgosa

Amistades peligrosas: vida riesgosa

Qué es lo significativo en la sociedad actual? O ¿qué se valora y se imita en la socialización de los grupos? Al final, en lo que queda de vida a una persona, ¿qué es lo valorativo? Preguntas como estas tienen que estar martillando el cerebro de Isabel Pantojas en España. A su adultez se ha enamorado y vinculado con amistades peligrosas. “Perdió la cabeza por un amor”. Grave error, los adultos emocionalmente inteligentes se deben enamorar con el cerebro.

Ella eligió la agonía del sistema carcelario, la paga de impuestos y el sufrimiento familiar. De verdad que duele: “te lo dije que te iba a pasar”, como suelen decir los padres y los abuelos. Ahora, a los jóvenes y adolescentes se les dice “esa juntilla te va a llevar al fracaso”.

El problema es complejo para contextualizarlo y reflexionarlo en la adultez. Sencillamente el presentimos ha reproducido la adolentización del adulto. Hoy vivimos y practicamos la búsqueda de la validación y aceptación social a cualquier precio. Necesitamos del grupo, del coro y el reconocimiento como si fuésemos adolescentes. Nos las jugamos el todo y algo más, para alcanzar lo tangible: dinero, confort, estatus, notoriedad, belleza, juventud, reconocimiento etc. Para obtener esos indicadores del mundo de la inmediatez, del relativismo ético y del hedonismo; los adultos apuestan hasta la despersonalización.

Hasta hace un par de décadas, los grupos de alto riesgo y los amigos peligrosos, eran asimilados por adolescente y adultos tempranos que no tenían la capacidad crítica, la autoestima sana y el ideal personal asumido para decir no, a una relación peligrosa, o por lo menos, aprender a poner límites, distanciamiento emocional positivo, perder amigos peligroso o amistades de alto riesgo psicosocial dado las inconductas que practican.

Ahora es más frecuente ver parejas afectadas por las influencias de otras parejas tóxicas; o personas practicando maledicencia o patologías por influencia de grupos, ya sea corrupción, bullingn, acoso sexual o chismes sociales y conductas perversas para conservar una amistad o pertenecer o alcanzar una identidad psicosocial.

Al final, para esas personas, ¿qué es lo valorativo, o qué le dá significado y reconocimiento a su propia existencia? Esa nueva agonía postmoderna de la renuncia del “ser” para conquistar el “parecer” es lo que ha representado la despersonalización, la pérdida de ideal del “yo” y del ideal social, así como la angustia existencial y moral de un ser humano menos altruista. Pero también, menos crítico, menos temeroso del pasado y del futuro, por lo que su nueva agonía es vivir y practicar el presentimos social.

Ver en la España post-Franco alcaldes, políticos, profesionales, corromperse y tener los mismos patrones conductuales que Latinoamérica, nos demuestra la patología social de un adulto más vulnerable y más víctima del “parecer”.

El modelo es influenciable, y el aprendizaje es transcultural. La vida riesgosa y la sociedad sin consecuencia le ha dado permiso al colectivo para practicar el presentimos, la inmediatez, no importa que el amor sea riesgoso, si las amistades son tóxicas y de modelos negativos. La validación y notoriedad han suicidado al ser, para vivir el parecer.

Cuando las amistades peligrosas se agrupan y se organizan, entonces, construyen entre sí la patología de los grupos. De la única manera que una persona puede no dejarse influenciar ni captar es, si tiene los valores y principios asumidos, la autoestima sana y la existencia conquistada para no cambiar los hábitos. A la Pantoja, al igual que otros, las amistades peligrosas le han arruinado la vida.

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