Amor y salud

Amor y salud

MAURO CASTILLO
En toda nuestra cultura occidental se han establecido diferentes conmemoraciones para obligarnos a que tengamos bien presente hechos trascendentes en lo personal, en lo histórico, lo social, lo político, lo religioso, etc. Así, tenemos el día de año nuevo, los Reyes Magos, Día de Duarte, la Virgen de la Altagracia, el amor, la madre, el padre, etc., hasta llegar a las navidades, ocasión en que evocamos el advenimiento del Mesías Jesús, maestro del bien y el perdón.

Todas son conmemoraciones valiosas para nuestras tradiciones cristianas. Pero estimamos que la más trascendente para nuestras vida física y emocional es la celebracíón del día del amor y de la amistad; que se celebra el 14 de febrero.

En todos los seres vivos desde los microorganismos hasta los animales inferiores y superiores necesitan una variedad de nutrientes para lograr completar su ciclo de vida programada por procesos genéticos irreversibles. En los animales inferiores la fuerza de su atracción con fines de supervivencia y multiplicación de cada especie está generada por los instintos.

Sin embargo, en los seres superiores como somos los hombres y las mujeres existe muy bien desarrollado ese sentimiento maravilloso que llamamos amor y que ha sido clasificado según su área de proyección. El amor filial que es aque que establece el vínculo entre padres e hijos. El amor fraterno que constituye esa valiosa unión entre hermanos, así como entre amigos inseparables y finalmente el amor erótico, cuyo nombre nos viene del Dios Eros de la mitología griega, que implica la atracción o el acoplamiento sexual de toda pareja hombre y mujer con fines de placer y más aun para la multiplicación y prevalecía de la especie humana.

Pero el amor grandioso, el amor que todo lo puede y todo lo cura es el amor sublimizado como el descrito por el gran poeta Homero en sus obras famosas La Iliada y la Odisea, especialmente en la Odisea donde Penélope da muestra de lo que es la grandeza de un amor sin frontera presta al sacrificio y ser capaz de operar al ser amado por 20 años tal como supo esperar ella a Ulises, que regresara de la guerra de Troya, aunque tenía tantos pretendientes.

También existe amor sublimizado en la madre que logra levantar sus hijos sanos y robustos sn ser víctimas de ningún tipo de enfermedad, por el contrario siempre lucen alegres y felices, porque se ha entregado a ellos con ese tierno amor noche y día sin dejarse atraer por los famosos bingos, las divesiones nocturnas, los colmadones y los paseos por la Abraham Lincoln, etc.

Hemos visto así mismo el amor sublime en nuestro rciente viaje de estudio de la psicología de los envejecientes al hospital y asilo de ancianos de Tournain en París, cuando varios de esos internados respondían con alegría y mejor ánimo al llegar los hijos varias veces a la semana a colmarlos de amor, a reír y compartir un buen tiempo con sus padres o abuelos, quienes respondían con regocijo y con amplias sonrisas de alegría.

En esta fiesta del amor tratemos de dar mucho amor a todos nuestros compañeros, amigos, hermanos, vecinos, incluyendo a los muy pobres, reales víctimas de la trágica injusticia social que reina por toda parte de la llamada sociedad de modelo capitalista.

Por suerte el amor es como el manantial de agua fresca que brota de las entrañas de las montañas de Jarabacoa y Constanza, donde nacen nuestros ríos, entre ellos el Yaque dormilón como lo bautizara ese mago de la media voz Juan Lockward, el cual sabemos que nunca se extingue, ni se extinguirá.

¡Qué viva el amor!

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