Amores célebres de Macho Cedeño

Amores célebres de Macho Cedeño

LAmores célebres es un título de libro que a lo largo de la historia muchos escritores han utilizado para recrear amores que han conmovido a toda una sociedad y a una época.

El poemario que les comento no escapa a este sortilegio.

Anclado en esos antecedentes literarios, Antonio Cedeño Cedano, conocido en esa blasonada villa de Higüey como Macho Cedeño, nos traslada a vuelo de palabras sencillas y diáfanas  en un carrusel literario a lo más profundo de la nostalgia, a esas raíces cotidianas que  el paso del tiempo y la marcha del progreso social y económico se encargan de sepultar con la desaparición de los actores y personajes que hacen la historia pueblerina y rural/urbana, en crónicas que se fueron transmitiendo de forma oral de generación en generación y que hoy, gracias a los avances de los medios de comunicación, quedan registradas en periódicos, revistas y toda suerte de artefactos electrónicos e informáticos como parte de la memoria histórica y cultural de los pueblos.

Amores célebres es un libro de poesía que el autor comienza a escribir en 1948 y a lo largo de 58 años va creciendo -sin envejecer- y se alarga como las aguas, entonces cristalinas y diáfanas, del río Duey/Yuma.

En aproximadamente seis décadas, Macho Cedeño fue recreando en odas la aparición y desaparición de las vivencias de una infancia en una villa bucólica, moldeada en la espiritualidad altagraciana y en una inmovilidad económica, esencialmente hatera del Higüey de la primera mitad del siglo XX.

El poeta -maestro, político y abogado-, marcado por la impronta de sus hermanos: Pedro Livio Cedeño, héroe de la Gesta del 30 de Mayo de 1961, y Arévalo Cedeño, de la Guerra de Abril de 1965, inicia sus amores con un grito de guerra donde proclama su indignación por la intervención norteamericana de 1965.

 ¿Cuáles fueron los amores célebres? Los de aquella profesora “..rubia como las espigas doradas/ del arrozal”, de nombre Fiordaliza, “reina de estos atributos/ quedando el Doctor (Balaguer) rendido/ de amores fue requerida/ amores que ella entregó/ a la capital se trasladó”. Esta historia de amor es cantada y  contada por el poeta. ¿Cómo no registrar esos chismes célebres que circulaban en la duermevela higüeyana, sazonados por los enigmas que generaba ese ser y no ser en la personalidad huidiza de Joaquín Balaguer?

Las crónicas poéticas se suceden entre la alegría y los recuerdos, entre los personajes imperecederos en la memoria del historiador contemporáneo y coterráneo que, sin embargo, prefiere el verso, desde la oda, para recordar en un poema emotivo al padre ido:

Y viviré sólo con mis tristezas

y mis dolores,

en un ambiente cargado

de soledades,

añorando el recuerdo,

De tus amores.

Viviré con mis saudades.

Las odas higueyanas reconstruyen la cultura y la religiosidad en sus manifestaciones marianas, expresadas en las cofradías de Los toreros de la virgen, en el sincretismos de los negros y en un folclor que toma cuerpo con el nacimiento de las fiestas de atabales y el baile de los palos, el carnaval y ese espacio social y escenario de diversión que fue el Bar Oriente, donde inspiraron y levantaron vuelo grandes amores, hasta que veinticinco años después el fuego habría de consumir aquel viejo caserón en un espectáculo desgarrante, que marcó la memoria colectiva de varias generaciones de higüeyanos, reviviendo en la conciencia histórica el drama del incendio de la Biblioteca de Alejandría.

La montonera y el canibalismo político de Horacio y de Jiménez, a principios del siglo XX, son abordados de forma jocosa por el poeta:

Vi correr sobre sus aguas

dos gallos politizados:

el coludo con el bolo

en carne muy bien pintados

echándolos en la chorrera

el agua los impulzaba

¡viva Horacio, viva Jiménez!

gritaban emocionados

después de tomar licores

de estos viejos contendores.

La historia de Higüey es cantada en todo su contenido y continente, los encuentros interbarriales de pelota alcanzaron su máximo esplendor con los Juegos de Estrellas del Centenario de la Independencia, con la participación de los equipos Tigueres del Duey y Los Muchachos del Jalisco.

Desde la artesanía de las palabras simples, las Odas yumeras articulan la historia fundacional y el lenguaje es el instrumento para reconstruir las coordenadas del tiempo y las anécdotas que modulan el accionar de los yumeros en la formación de su identidad e idiosincrasia como municipio altagraciano, donde los seres y las cosas transitan por la vida, crean historias, construyen obras y dejan sus legados con  la muerte.

El Río Yuma: “ya no ríe./Ya no canta/tiene piedras en la garganta.” Es el sendero por donde el poeta construye, desde sus orígenes, la historia vital de San Rafael del Yuma. Juan Ponce de León, Capitán general, fundador del primer Yuma, colonizador y gobernador de Puerto Rico y descubridor de La Florida, tiene en la desembocadura de este río el punto de partida para sus empresas colonizadoras en ultramar.

Luego vienen los patriarcas yumeros: Don Eustaquio Rondón, Joaquín Guerrero Aristy, Jorge Mota, Agustín Pereyra, Nicolás Sánchez, de la mano de los higüeyanos don Arquímedes de Soto, Tomás Núñez, Manuel de Herrera, Federico Mota-Lulú y el párroco Eugenio Polanco, quienes en 1892 relanzan por segunda vez el proyecto poblacional de San Rafael del Yuma, con todas sus instituciones sociales, religiosa, cultural y recreativa, contada y cantada en sus odas yumeras de forma magistral por el poeta.

En Macho Cedeño, la poesía es el arte de la memoria, donde se recrean las peripecias de la cotidianidad higüeyana y yumera con los misticismos, la religiosidad y ocultismos que caracterizan el alma de estos dos pueblos en su tránsito por la vida hacia el futuro. En amores célebres es evidente el conocimiento del poeta de la formación y desarrollo del ser altagraciano, logrando eternizar los instantes más significativos de la vida, la historia, la arquitectura y la toponimia  que conforman la identidad de higüeyanos y yumeros dentro del ser dominicano.

El valor de amores célebres reside en ocuparse de la gente vinculada a situaciones concretas, vitales e individuales, para crear, desde una oda, la eternidad de lo cotidiano.

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