Amores cómplices

Amores cómplices

Cuatro  historias de amor increíbles, tormentosas,  misteriosas, extravagantes  y problemáticas.  Tres reales, una  ficticia, pero todas  marcadas por la complicidad.

Se desarrollaron en países y épocas diferentes y sus protagonistas -obvio- también lo fueron.

Romances famosos de la historia, circunstanciales y convenientes… El poder, la pasión por el surrealismo, la maldad y el instinto criminal los unió. Ocho protagonistas y cuatro historias idílicas, entérese  de cuáles se tratan:

A la sombra de un dictador.  Un siglo después de su nacimiento, Eva Braun sigue siendo un misterio. Fue la compañera sentimental de Adolf Hitler desde 1929 y su mujer por un día, el anterior a su suicidio en 1945;  sin embargo poco se sabe de su vida. Siempre a la sombra del gran dictador, estuvo eclipsada por la personalidad de una de las figuras más importantes del siglo XX y posiblemente la única persona que conoció realmente a Hitler.

A los 17 años empezó a trabajar como aprendiz en el estudio de fotografía de Heinrich Hoffmann, el fotógrafo personal de Hitler. Fue precisamente en este estudio donde Eva conoció al único hombre que amaría durante toda su vida.

A partir de entonces, las visitas del que se convertiría en dictador fueron más frecuentes y Eva Braun comenzó a interesarse por ese hombre tan amable que la invitaba a la ópera y a cenar en lujosos restaurantes. A pesar de tener una relación con Hitler, éste siempre la mantuvo en secreto. 

El dictador  había manifestado en distintas ocasiones su rechazo a formalizar una relación y tener hijos. Él decía: “Soy un líder y estoy casado con Alemania”.

Amor criminal. En pleno período de la Gran Depresión de los años 30 en Estados Unidos, una pareja de forajidos, ladrones y criminales, captó la atención de la prensa norteamericana y fueron considerados como “enemigos públicos”, entre 1931 y 1935.

Se enamoran y recorren el medio oeste, oeste y sur de Estados Unidos dejando tras de sí un rastro de muertes y delitos.

Se trata de Bonnie y Clyde (Bonnie Parker y Clyde Barrow), que dieron origen al clásico  estadounidense de 1967, del género cine de gánsteres,  dirigida por Arthur Penn y protagonizada por Warren Beatty, Faye Dunaway, Gene Hackman, Gene Wilder y Michael J. Pollard en los papeles principales.

Poder e infidelidades.   La relación amorosa entre Napoleón Bonaparte y Josefina estuvo matizada  por una extraña mezcla  de pasión e infidelidades. Esta hermosa mujer, cuyo nombre real es Marie Josèphe Rose Tascher de la Pagerie, fue el gran amor de Napoleón y la querida emperatriz de todos los franceses.

Napoleón, un soldado despiadado y ambicioso en el ejército francés, fue cautivado el momento que vio a la joven viuda  de 32 años, de clase pudiente de París  y madre de dos hijos.

La persiguió tenazmente, pero no fue un éxito inmediato, luego,  en 1796, se casaron.

Poco después de su boda, Napoleón se embarcó en una serie de campañas militares, mientras que Josefina se embarcó en su propia serie de asuntos de adulterio.

La relación culminó tras ser  coronado emperador de Francia en 1804,  por el deseo de tener un hijo que Josefina no pudo nunca concebir.

Amor extravagante.  Elena Ivanovna Diakonova -Gala-  esposa y musa de Salvador Dalí,  fue una mujer misteriosa y de gran intuición que supo reconocer el genio artístico y creador.

Lo conoció en plena primavera de 1929 aún  casada con Paul Eulard   y prometió  visitarlo en Cadaqués durante el siguiente verano.

Este encuentro se dio. El amor de Dalí por Gala, diez años mayor que él, explotó.

Él realizaba numerosas extravagancias para captar su atención, tales como depilarse las axilas tiñéndoselas de azul, untarse excremento de cabra y colocarse un geranio rojo en la cabeza.

Durante un paseo por Cabo de Creus, Dalí cayó a sus pies convulsionado de risas y le confesó su amor. Apretando su mano, ella le dijo, “…niñito mío, no nos separaremos nunca…”.

Zoom

Con  Hitler hasta el final

“Puesto que creí durante los años de lucha que no podía asumir la responsabilidad de formalizar un matrimonio, he decido, antes de abandonar esta órbita terreste, convertir en mi esposa a la mujer que, después de años de fiel amistad, llegó por voluntad propia a la casi cercada ciudad para compartir su destino con el mío”, escribió Hitler en su testamento, cuenta la historiadora Heike Görtemaker.

El 29 de abril Eva y Adolf Hitler se suicidaron: ella mordió una cápsula de ácido cianhídrico y él se disparó un balazo en la sien derecha.  Los cadáveres fueron trasladados al jardín de la Cancillería del Reich, rociados con gasolina y quemados.

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