Amparo Chantada – Para un monumento a la esclavitud

Amparo Chantada – Para un monumento a la esclavitud

La esclavitud, modalidad del colonialismo, constituye uno de los momentos más repugnante de la conquista de América. Existen pocos actos en la Historia de la Humanidad que logran poner de acuerdo a todos los investigadores, pero ese sí. La intolerancia, la incomprensión y el odio acompañan la Humanidad, casi nos acostumbramos pero la exterminación de un Continente (se habla de más de 30 millones de africanos transplantados en América) en su capital humano, para reducirlo a la esclavitud en un Nuevo Mundo que se estaba colonizando (América) no tiene precedente, ni pudo nunca más repetirse, por lo menos a esa escala.

Sobre la conciencia de ese acto y la observación de las formas de resistencia, nacieron los Derechos del Hombre. El Caribe lleva en su sangre, los estigmas de ese comercio triangular que transformó el destino y las vías de desarrollo del continente africano. Gracias a esa fuerza de trabajo, Francia, España, Holanda e Inglaterra dominarían el mundo durante muchos años.

Hoy cargan la responsabilidad de la ingobernabilidad de la mayoría de los países africanos y de Haití, en particular, por las secuelas que ha dejado ese momento.

Francia tiene parte de esa responsabilidad histórica. Su fachada atlántica con sus puertos fortificados, sus plazas, mercados son fieles testigos de la opulencia reinante a partir del siglo XVIII. El comercio que se establece con ultra mar constituye la base de inmensas fortunas regionales que prosperan después con la apropiación de inmensos dominios agrícolas, productores de vino de alta calidad. Ciudades como Brest, La Rochelle, Burdeos multiplican sus expediciones y sus intercambios comerciales con América. Su patrimonio arquitectónico histórico es hoy la evidencia del buen gusto de sus burguesías.

Nantes es una de esas ciudades -puertos que prosperan con el comercio triangular: es el principal puerto negrero de Europa entre el siglo XVII hasta final del siglo XIX. Situado a la desembocadura del río más largo de Francia, el Loira, tiene en su ribera derecha el antiguo punto de anclaje de las expediciones que llegaban hasta las costas de Africa, para cargar en sus sótanos hombres y mujeres que no sabían que su próxima parada sería muy probablemente un mercado negrero en el Caribe: algunos, seguramente fueron comprados en Puerto Rico, otros después, en Santo Domingo, los otros seguirían hasta La Habana o las costas de Centro América. Triste negocio, de una mercancía de seres humanos, reducidos a la obediencia y al servilismo.

Haití fue la perla de las colonias francesas, gracias a ese negocio.

Consciente de su responsabilidad histórica, el ayuntamiento de Nantes acaba de decidir la construcción de un espacio conmemorativo, inscrito en el lugar del puerto donde anclaban los barcos que salían hacia Afrecha: 3,829 veces salieron determinados en su ruta, a la búsqueda de hombres y mujeres, que fueron subastados en todos los puertos negreros del Caribe: ese monumento costará de un millón de euros y será construido por el artista polaco, Krzyztof Wodiczko conjuntamente con el arquitecto argentino, Julian Bonder. Será inaugurado en el 2006.

Pues, sería normal, que en el lugar a donde llegaron, hoy se les recordara, por constituir el símbolo de lo que nunca más se debe repetir, la violación más elemental de los derechos del hombre. La esclavitud. Ese punto de recordación, sería el justo reconocimiento del sacrificio que hizo Africa, a la prosperidad y colonización del continente americano.

Para nosotros, ese punto es Santa Bárbara.

Santo Domingo, ciudad primada de América, también lo fue en el tráfico humano. A partir del siglo XVI, la costa sur de la Española, fue aprovechada por los colonos y se multiplicaron los ingenios y los trapiches: Nigua, Diego Caballero, Cepi Cepi, Yaguate, Cambita Garabito, Engombe son de esos lugares que proveían a la Colonia, el azúcar, que tantas ganancias le aseguraba.

Los esclavos debían desembarcar en el puerto de Santo Domingo, algunos afirman que cerca de Santa Bárbara (por eso, una calle de ese sector se llama Negreta) y en ese lugar, debió existir entonces, un mercado de esclavos. Ese lugar simbólico debe ser rescatado y constituir para la cultura de la zona colonial, un punto de partida para comprender la efímera pero real prosperidad alcanzada alrededor de ese cultivo.

Santo Domingo, tiene, la primacía de ese negocio. Es también seguramente primada en la trata de los negros, su rebatiña, su venta, sus sufrimiento y su liberación. La revuelta de Nigua y la conciencia alcanzada por esos esclavos también es primacía de Santo Domingo. Debemos rescatar ese valor cultural y reconstruir cerca del puerto de llegada, un museo de la esclavitud donde se hable del sacrificio y el valor de esos hombres y mujeres, traídos de tierras lejanas y que con su resistencia, contribuyeron a forjar los rasgos culturales de la gran mayoría de los pueblos del Caribe, desde las costas sur de los Estados Unidos pasando por Centro América caribeña y parte de la costa pacífica (Ecuador, Perú).

Hace algunos años, en las Ruinas del monasterio de San Francisco, se descubrieron y desenterraron, los restos de un esclavo, negro, grillete en pie. Símbolo de las penurias vividas en la isla, había muerto con ellos, esclavos.

Por polémicas, que no provocaron los investigadores, se decidió re-enterrar ese testimonio -esclavo, africano, muerto en América. Yo creo, que deberíamos formar un gran grupo humano, solidario, liberar simbólicamente ese esclavo y darle una sepultura digna, del humanismo de nuestro siglo XXI con la construcción de un Museo en Santa Bárbara donde se aprenda a los visitantes, a rezar Nunca Más.

Santo Domingo tiene una oportunidad, de celebrar con dignidad, su apego a la Carta de los Derechos Universales del hombre, demostrando a la Humanidad, que si sus tierras fueron ayer de esclavitud, hoy promueven los valores de la dignidad, de la solidaridad con su adhesión al concierto de las naciones, que asumen con responsabilidad, su Historia, para rechazar, hoy, sus páginas más oscuras.

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