Ampliar la democracia

Ampliar la democracia

 BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Lo llevo dicho hace mucho tiempo: si la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como lo definió el presidente Abraham Lincoln, no vivimos bajo un régimen democrático. Esa situación debe ser corregida y sólo podrá serlo si el pueblo, el verdadero pueblo, la mayoría, se pone de acuerdo y reclama, por cualquier vía que sea necesario, una administración honesta de la Constitución y las leyes, un Congreso Nacional que actúe con independencia, un Poder Ejecutivo que se respete y acate las decisiones de los otros poderes del Estado.

Cuarenta y seis años después de la muerte de Trujillo tenemos una caricatura en la cual sólo un porcentaje muy pequeño de la sociedad dominicana puede ejercer sus derechos con más o menos libertad.

La mayoría de los dominicanos es víctima de los gobiernos, de los legisladores, de militares y policías y de curas que opinan y se meten en todo, aunque descuiden su retaguardia de evangelización.

La fuerza y presencia del dinero se impone y pone candidatos, Presidentes de la República, jueces de la Suprema Corte y de las demás instancias judiciales; legisladores, síndicos y regidores, maneja la fuerza armada y la policía y las usa para proteger sus intereses, que, en los más de los casos, no son los de la nación.

Permanentes masturbaciones mentales nos ciegan y nos hacen creer que vivimos bajo un sistema democrático. Nada más falso.

Una y otra vez se modifica la Constitución y nunca se hace en beneficio de ampliar la base democrática de la nación.

Textos constitucionales del siglo XIX establecen la independencia y autonomía de los ayuntamientos que ha sido vulnerada y recortada en cada oportunidad.

Ello, en desmedro de la representatividad popular en los organismos de dirección de los municipios.

El país carece de una instancia que maneje las provincias de manera autónoma, independiente de la voluntad del Poder Ejecutivo. La concentración de poder en manos de un hombre no conviene a la sociedad, no conviene a la mayoría.

Carecemos de un mecanismo que nos permita cuestionar los gobiernos cuando conducen mal el país, como es un referéndum revocatorio del mandato al Presidente, para sustituirlo en medio de su período de gobierno.

Lo peor de todo es que mi generación, con cuyo esfuerzo hemos llegado a la dictablanda en la cual vivimos, parece que entiende que cumplió con su deber. ¡Cuán equivocados estamos! Con la Patria no se cumple nunca cuando se trata de luchar por el respeto a la búsqueda de una vida mejor, dentro de un sistema donde la igualdad de derechos y oportunidades sea respetada por la autoridad y ejercida por todos, sin cortapisas, sin imposiciones, con respeto a la Constitución y las leyes.

No es soñar. Es un llamado a que entendamos que no hemos terminado. Nada más. Por ahora.

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