Ampliar relación con la prensa

Ampliar relación con la prensa

Las relaciones entre el Poder y la prensa nacional fluyen en total armonía. Sin obstáculos mayores a la búsqueda de informaciones rutinarias. Ello no es suficiente. El ejercicio periodístico necesita una puerta más para su imprescindible función. Se añora la opción de la rueda de prensa cíclica y formal -de cierta frecuencia al menos- como ocurre en toda nación democrática. Aspiramos al contacto personal que debería permitirles a los medios acreditados aquel que por mandato popular gobierna.

Como sabemos, el Presidente Danilo Medina se caracteriza por su modo afable pero distante del efectismo ruidoso, lo que seguramente contribuye a su alta estimación pública. Con todo, procede que en ocasiones la agenda mediática nacional se construya al calor de los hechos en reuniones regulares del Jefe del Estado con representantes del colectivo de lectores, radioescuchas, televidentes y usuarios de Internet que son parte de la nación. Se dirá: el Presidente es dueño de su tiempo y hasta suponer que su obligación de informar la ha delegado con relativo éxito. Pero lo óptimo sería que la sociedad esté empoderada al máximo, y edificada de muy primera mano, sobre la forma en que la rigen y de los criterios que priman en la cima del poder. Esto, en modo alguno, significa aspirar a que el mandatario se aparte por completo de su línea de prudencia. Una rueda de prensa regular sería una gran oportunidad para acentuar la transparencia sobre asuntos públicos y la compenetración entre gobernantes y gobernados.

OPORTUNO GESTO  DE FIRMEZA

Se recibe con satisfacción el énfasis del procurador general de la República, Francisco Domínguez Brito, al advertir que deben ser sancionados con drasticidad los fiscales que dejen caer o extinguir casos importantes en la justicia.

Sus palabras obligan a insistir en que el Gobierno, al velar por el orden y preocuparse por la inseguridad que frecuentemente afecta a sectores sociales, dedique mayor esfuerzo a mejorar las condiciones materiales en que se desenvuelve el Ministerio Público y a propiciar la capacitación de sus miembros.

Las fallas de otras áreas en la función de perseguir y castigar el crimen hallarían un contrapeso (en lo que el hacha va y viene) a través del rigor de los representantes de la sociedad ante los cuerpos policiales y los jueces. En los fiscales descansa la responsabilidad de dirigir investigaciones y formular cargos y deben constituir siempre una de las columnas del Estado de derecho. Es a lo que aspira la ciudadanía.

 

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