Ampliemos los poderes de la JCE

Ampliemos los poderes de la JCE

La avalancha de oprobios que ha venido a  resultar la campaña electoral nos atrapa sin medios idóneos que permitan poner un sello efectivo de censura sobre el insulto y la ofensa. No parece que haya medios, en materia electoral, para salirle al frente y sancionar a los políticos y organizaciones que incurren en ofensas groseras contra sus contrincantes, y no parece haber en los políticos la suficiente voluntad para enmendar sus faltas y pedir disculpas al país por los amargos momentos que le han estado dispensando.

 La   Junta Central Electoral, organizadora y árbitro de las elecciones, no tiene las facultades necesarias para meter en cintura a los políticos desbocados. Sus facultades en cuanto a este aspecto, conferidas en el  Literal (d) del Artículo 94 de la Ley Electoral,  sobre “Igualdad de acceso a medios de comunicación”, se limitan a la amonestación del político o partido que emita,  por cualquier medio de difusión, conceptos “…contrarios a la decencia, el decoro y la dignidad de las agrupaciones o partidos políticos adversos o a sus candidatos”. La violencia verbal es uno de los precursores más efectivos de  la violencia física y este país tiene amargas experiencias en este ámbito. Cuando no degenera en vías de hecho, deja heridas y resentimientos perdurables. Hay que buscar los medios para ampliar las facultades de la JCE en esta materia que nos perturba a todos.

Médicos con síndrome de alza

Los médicos, sin lugar a dudas esforzados servidores por el bien de la humanidad, parecen contagiados por el síndrome de las alzas salariales. No tienen, como tienen los diputados y regidores, los medios para auto-ajustarse sus salarios, pero tienen “persuasivos” muy poderosos para lograrlo. Esta vez aspiran a un alza que nivelaría el costo de su canasta familiar promedio, y eso parece algo razonable si tomamos en cuenta que gente con menos ocupaciones que los médicos devengan altas sumas.

Cuando se piensa en “barrilitos”  y otras asignaciones  irritantes que tiene gente menos esforzada que los médicos, se termina justificando a estos últimos.  Sería razonable  dialogar con los médicos sobre  sus demandas,  sin que estén de por medio amenazas de huelga  o cosas parecidas. Los fondos  para satisfacer esa demanda podrían provenir de recortes en los emolumentos  de ciertos servidores con mucho menos ocupación que los médicos. Sería una buena forma de hacer  justicia distributiva.

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