Amplitud al vigilar la salud

Amplitud al vigilar la salud

¿Que está ocurriendo con los intestinos de muchos dominicanos que se están inflamando? ¿Cuáles son las patologías más urgentes de los sistema bucales? ¿O los parásitos que se han vuelto más frecuentes reportados a la consulta médica? Nadie mejor que el facultativo extendido por el territorio nacional como para alcanzar una visión de conjunto sobre la salud del dominicano promedio. El país necesita un monitoreo que vaya más allá de la vigilancia epidemiológica rutinaria. La generalización de quebrantos y cambios de comportamientos de las patologías del cuerpo humano deben despertar alertas. Ya no se trata de cuidar a una población de 3 ó 4 millones de personas como sucedía 20 ó 30 años atrás. Ahora somos diez.

La comunicación veloz en un mundo globalizado hace que cualquier virus mortal de gripe aviar llegue de súbito y pueda tardarse en descubrirlo. Gente de las más distantes procedencias llegan cada día. El cólera haitiano se esparció por el continente rápidamente. Nuestra propuesta es que todas las sociedades de especialistas confluyan con periodicidad mensual a una especie de consejo nacional de facultativos, incluyendo a los tecnólogos médicos. Que cada cierto tiempo se celebren foros de revisión de los sectores público y privado de salud para establecer un balance de los avances, retrocesos o aparición de enfermedades sobre las que deban lanzarse programas especiales, rápidos, de control.

MUCHOS ÑAMES… Y SIN CORBATAS

Símil de tosquedad y poca inteligencia. Un vívere apreciado, funcional, dietético y hasta medicinal, según se dice. El ñame cuenta con mucho favor del consumidor local. Ahora se le abre una brecha importante y cuantiosa al exterior. Se exporta a Nueva York. Ya había llegado a Europa. Un tubérculo de nuestra mesa y tradición que mejora su futuro. Quizás lleguemos a ser una potencia ñamística para gloria del campo dominicano y el ingreso de divisas.

Pero seamos reservados, discretos. No amenacemos el porvenir de este vívere de la culinaria criolla.

No pregonemos que hemos usado su tosca apariencia para simbolizar al individuo de pocas luces que solo por la gracia del favoritismo político alcanza altas posiciones burocráticas que lo obligan a usar saco y corbata. Como símbolo del trepador inculto a cheques altos no debe ejercer influencia mercadológica negativa sobre nuestro preciado tubérculo.

 

 

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