Efe
Con el estreno del documental “Amy”, en que se muestran escenas de la vida y transformación de la cantante británica Amy Winehouse, fallecida ahora hace cuatro años, su figura vuelve a los escenarios en una muestra de que su voz no se ha apagado.
El documental “Amy” sobre la vida de la cantante Amy Winehouse , que ya ha sido estrenado en Estados Unidos y Reino Unido y filmado por el cineasta británico Asif Kapadia, ha nacido con polémica, dado que fue apoyado en un principio por la familia Winehouse, pero del que acabaron renegando.
En él se denuncia el abuso de un entorno en el que solo, según se desprende de la filmación, se preocupaba de explotar económicamente el talento de la artista y también está rodeado de polémica ya que, el CEO de su discográfica ha afirmado en la revista estadounidense Billboard, que se encargó de destruir el material que la cantante tenía listo para su nuevo trabajo.
“Fue por una cuestión moral. Usar una muestra de su voz (para un nuevo disco) no va a pasar en mi gestión, y ahora no pasará después de que me vaya”, declaró David Joseph, presidente de Universal Music Reino Unido.
Al parecer Winehouse tenía todo listo para su tercer álbum de estudio y hasta habría reservado un lugar de grabación para trabajar con los productores Mark Ronson y Salaam Remi, cuando sufrió la sobredosis alcohólica que terminó con su vida.
“Es probable que Amy ya hubiese escrito todo el disco unas pocas semanas antes de morir. Hasta donde yo sé, teníamos 14 canciones. Lo que tuviese que pasar, pasaría ahí”, explica Remi frente a las cámaras del documental. En el filme también se describe la falta de disciplina de la madre de Winehouse, el abandono de su padre, su precoz alcoholismo, la bulimia y la relación dependiente con su exmarido Blake Fielder-Civil, quien declaró tras su fallecimiento estar “arrepentido” de haber iniciado la peligrosa relación entre la artista y las drogas, un cúmulo de problemas a los que la cantante londinense se tuvo que enfrentar.
Kapadia retrata a Winehouse y su entorno con imágenes de la infancia, mensajes telefónicos, imágenes de las grabaciones de los álbumes en el estudio y archivos públicos y privados del que extraen frases de la cantante, como la que centraliza en el tráiler: “No creo que nunca llegue a ser famosa”.
También muestra a la artista nacida en Londres en 1983 como una joven risueña buscando realizarse y encontrándose feliz en sus interpretaciones en pequeñas salas de jazz, a través de entrevistas, vídeos o mensajes en contestadores, antes de caer en las redes del “show bussiness” y de las drogas.
Ascenso y caída. Fue precisamente la droga más común, el alcohol, lo que acabó con la vida de la autodestructiva cantante con la voz perfecta, el 23 de julio de 2011, hace ahora cuatro años, con tan solo 27 años -la misma edad que tenían cuando fallecieron Kurt Cobain y Janis Joplin-, en su apartamento de Camden, una barriada muy popular al norte de Londres.
Dotada de un estilo propio y conmovedor en el que se conjugaban géneros musicales tan variados como el jazz, el “soul” o el “ska”, sus excesos, sus problemas con la policía y con su pareja, sus excentricidades y los abusos de sustancias diversas dieron al traste con una artista única.