“Ana Sofia Battle el vigor de la pintura posmoderna”

“Ana Sofia Battle el vigor de la pintura posmoderna”

Ana Sofía, artista contemporánea dominicana significa en nuestro juicio crítico la confirmación de la fuerza de la pintura en sus evoluciones posmodernas.

Fuerza y singularidad de una joven artista que llama la atención por su dominio en el trazo y el color llevados a una composición singular dentro de la tela que convoca la figuración femenina como arquitectura, andamio y estructura corporal, frente a un mundo onírico donde imperan con armonía y movimiento del trazo con una energía inducida por una cromática de aire y tierra.


La comisaria y museógrafa de la exhibición expresa con claridad:

“Estas formas corporales son contempladas y analizadas desde el punto de vista de una joven mujer, que la hacen cuestionar los estereotipos afianzados en la sociedad que le ha tocado vivir. Sobre todo los procesos de cambios femeninos y las ramificaciones que estos presentan a la mujer de hoy delante de la sociedad y la cultura”.

La atracción mayor de esta ejecución visual es el movimiento en la línea, que ejecuta un entramado, un enjambre, un mundo de direcciones dónde nunca la imaginación se pierde.

El tejido visual es intenso, llevado con un rigor de quién busca en la pintura y el dibujo un encuentro inesperado que nos ofrezca visiones posibles, libres, soñadas y muchas veces accidentadas.

Accidentes inconscientes que sacuden la memoria y nos llevan a pensar desde las etapas de las artes primeras donde el cuerpo y la pintura celebraban una sola ilusión la búsqueda de la señal humana con las llamadas de los espíritus en la tradición de los primeros pobladores de Papuasia y de todo el Océano Pacífico.

Reconocemos en las emociones que nos provoca la obra de Ana Sofía Batlle todo el misterio de los trazos aborígenes en el desierto de Tasmania, pero también esa gracia de los estampados de las bailarinas de Bali.

Es indiscutible que el arte crea y provoca conexiones visuales, interpretaciones que puedan asombrar pero que a la vez indican la atemporalidad del arte, cuando un trazo, una señal, un movimiento cromático , un espacio, nos sugieren imágenes de ayer con toda la fuerza de hoy.

Ana Sofía Battle nos permite una libertad óptica con la maestría de los maestros del puntillismo, del expresionismo y de la figuración libre.

Para ella, los cuerpos no son anatomía pero sí materia orgánica que lleva el lenguaje de la feminidad ,cuestionando la misma con un enfoque posmoderno que la curadora Gía Caro, analiza. En “All the Single Ladies”, podemos percibir cómo Ana Sofía concibe sus paisajes corpóreos donde expresa su percepción de lo que significa ser femenina en la sociedad actual.

Presentimos ideas preconcebidas como la voluptuosidad de las formas, pero a la vez estas mismas toman un aire decorativo por medio de los patrones visuales a los cuales Ana Sofía recurre constantemente. ¿Quizás la presentimos decorando esto cuerpos voluminosos para embellecerlos y dar aceptación o quizás son ironías de las bellezas estereotipadas del ideal de belleza en nuestra cultura? Sin duda, Ana Sofía usa su voz para cuestionar los parámetros y cánones establecidos”.

Es obvio que en los cuerpos femeninos de esta artista se impone la gordura como potencial estético de belleza y erotismo, una manera de romper con la imposición del cuerpo enjuto y flaco de la posmodernidad, en este sentido el cuerpo tiene una voluptuosidad digna de las mayores obras de los maestros renacentistas.

Los cuerpos femeninos de Ana Sofía Batlle representan una composición visual que fusiona tanto con la naturaleza como con una sensoriedad erótica que sirve una mensaje de belleza en la composición.

Cuando ese cuerpo se hace imagen de piernas perfiladas, nos acercamos de las figuras de los templos de Angkor, que ofrecen manadas de mujeres bailarinas , siempre de perfil, en posición permanente de celebración.

La pintura tratada y ejecutada tanto con pincel como con pistola, nos invita dentro de su anatomía, cromática y visual a encontrarnos con esos azares, casualidades o accidentes soñados que nos regalan la trompa de un elefante, la expresión del asombro de una máscara, la pierna imponente de un elefante, cuándo no el rostro del mismo elefante.

Los colores azafranados, el ocre, la terracota, nos mantienen en una sensualidad de la imagen que provoca una poética a la mirada, una luz encontrada que nos invita a sentir en el fondo los colores de paz de los monjes budistas e hinduistas.

Hemos tenido la oportunidad de visitar la exibición en el Museo Papo Defilló y debemos confesar la eficiencia de la museografía, que conjuga abiertamente la propuesta de la artista con el entorno arquitectónico del lugar, dándole a las obras un posicionmiento dónde se conjugan todos los paradigmas de la excelencia tanto en la propuesta plástica y visual como en la curaduría, sobria, eficiente y coherente.

El encuentro intelectual con la artista nos ha convencido que quién tiene formación y la trabaja puede acceder a propuestas que demuestran reflexión, preparación, ideas y composición un conjunto necesario para lograr la obra.

Como en el conjunto del Caribe, y de las Américas la producción artística de Ana Sofía Battle es indiscutiblemente que la pintura en este mundo global tiene mucho material por explorar.

Tanto la forma como la materia, caracterizan a una artista que toma en cuenta la relación de estos dos referentes en una simbiosis poética de cuerpo y espacio que propone un nueva perspectiva sobre la mirada reflexiva.

En la obra de Ana Sofía Battle, los paisajes son los mismos cuerpos y los cuerpos surgen como entornos, naturales y botánicos.

Presentimos ideas preconcebidas como la voluptuosidad de las formas

Ana Sofía usa su voz para cuestionar los parámetros

La atracción mayor de esta ejecución visual es el movimiento en la línea

Es indiscutible que el arte crea y provoca conexiones visuales

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