El tema de los esteroides en el béisbol de las Grandes Ligas ha sacado a relucir una verdad más grande que cualquier estadio: la prensa tiene sus bandidos favoritos.
Eso puede deducirse del editorial del NY Times del pasado jueves en el que favorecen que los peloteros de esta época y que hayan usado esteroides puedan entrar al Salón de la Fama si tienen números para hacerlo.
Hoy se sataniza a Alex Rodríguez, Sammy Sosa y Manny Ramírez, como los últimos en verse involucrados en este flagelo.
Sin embargo, todo el mundo se quiere hacer el indiferente cuando se toca el tema de los bates alterados o los jumos de Babe Ruth, los esteroides de Mickey Mantle.
Tampoco se habla de las anfetaminas de Hank Aaron, la cocaína de Fergunson Jenkins y Paul Molitor y si seguimos no paramos.
No se puede querer crucificar o considerar trampa el uso de esteroides porque en realidad no lo es, aunque se diga lo contrario.